Hay dos insulinas humanas «clásicas»: la soluble, regular o rápida, sin modificadores de su farmacocinética; y la insulina isófana o NPH (Neutral Protamine Hagedron), a la que se le añade protamina como retardante. Asímismo, mediante la variación de diferentes aminoácidos de su cadena proteica, se obtienen análogos de insulina de acción rápida (aspart, glulisina y lispro) y de acción lenta (detemir, glargina y degludec). Todos están disponibles para su administración por vía subcutánea en una concentración de 100 UI/ml. Las insulinas de acción rápida —y solo estas— pueden administrarse también por vía intravenosa. Recientemente, además, han aparecido plumas precargadas con mayores concentraciones de insulina que permiten la misma dosificación con menor volumen.
Existen ocho tipos de insulina comercializadas en diferentes combinaciones y con diversos mecanismos de administración1. Y también muchas otras en estudio2, como la insulina lispro pegilada, y una nueva presentación de insulina inhalada, aprobada ya por el regulador estadounidense en 2014, pero no por la Agencia Europea del Medicamento. Se han investigado también —sin resultados prácticos hasta el momento— las formas oral y transdérmica.
http://amf-semfyc.com/web/article_ver.php?id=2103
Autor:
Rafael Llanes de Torres
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria
Consultorio local de Quijorna. Madrid
Consultorio local de Quijorna. Madrid
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