Ante el sufrimiento y la enfermedad, un grupo de lectura comunitario podría complementar la atención sanitaria individual en entornos con problemas de aislamiento, incrementando vínculos sociales. Con este objetivo se planteó un grupo de lectura con participación de personas vecinas del barrio, profesionales de la biblioteca y del Centro de Atención Primaria (CAP), enfocando el problema de un modo terapéutico, pero menos clínico.
El concepto de biblioterapia no está bien definido1. Las experiencias que se describen en la literatura científica se encuadran en dos modelos. En uno, las lecturas son seleccionadas por los organizadores/facilitadores y leídas previamente al encuentro; posteriormente, se debate sobre ellas. En otro, se priorizan las propuestas del grupo y no solo se trabaja con textos, sino también con imágenes, recursos sensoriales, canciones, etc.
En la experiencia de nuestro grupo de lectura se optó por el planteamiento de biblioterapia de Kirklees, en que la elección de los textos es importante, pero solo con relación a las necesidades de las personas participantes, buscando textos cuya forma y contenido promuevan la participación. Se leen partes de un texto en voz alta, se pueden sugerir otras lecturas y se contribuye a los debates sobre el texto o sobre las propias vidas a raíz de lo leído; o se reafirma lo que se ha compartido. Cada cual decide cómo desea intervenir, y todas las aportaciones son apreciadas2.
Siguiendo la propuesta de Nussbaum3, las capacidades de una persona no son simples habilidades residentes en su interior, sino que incluyen también las libertades o las oportunidades creadas por la combinación entre esas facultades personales y el entorno político, social y económico. Crear capacidades, también a través de un grupo de lectura, requiere de la comunidad.
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