martes, 25 de octubre de 2022

Sano y salvo. Prácticas de bajo valor: dificultades para su desimplementación.

La necesidad constante de evaluación, reemplazo y reversión de las intervenciones es una consecuencia inevitable de los avances de la investigación científica y de la adopción temprana de nuevas tecnologías por parte del sistema sanitario.


Las denominadas "prácticas de bajo valor” son intervenciones diagnósticas y terapéuticas de dudosa utilidad, ya sea porque no han demostrado su efectividad o porque su relación coste/beneficio es desfavorable o no bien conocida. En cualquier caso, se trata de prácticas cuya utilidad no está respaldada por la mejor evidencia disponible en cada momento, conllevan un aumento superfluo de los costes asociados a la asistencia y no están libres de riesgos para los pacientes.

Durante los últimos 15 años diversas iniciativas dirigidas a identificar prácticas de bajo valor han dado como resultado listas de intervenciones que deberían desimplementarse, conocidas genéricamente como "recomendaciones no hacer". Destacan, entre otras, las iniciativas Choosing WiselyDo not do prodecuresLess is MoreWiser HealthcareToo Much MedicineQuaternary Prevention & Overmedicalization a nivel internacional, así como el Proyecto Essencial y las recomendaciones "NO hacer" del Ministerio de Sanidad y las Sociedades Científicas a nivel nacional. 

A pesar de los esfuerzos realizados, el conocimiento derivado de todas estas iniciativas e investigaciones no ha tenido un impacto relevante en la práctica clínica. Por ello, reducir la frecuencia de las prácticas de bajo valor en el ámbito sanitario continúa siendo un desafío a nivel mundial. Un reciente metaanálisis de intervenciones sanitarias sometidas a revisiones Cochrane ha encontrado que el 94% de las intervenciones no están respaldadas por evidencia de alta calidad y que los daños asociados a dichas intervenciones están infradeclarados. Otros estudios indican también que, al evaluar los efectos de las pruebas complementarias y los tratamientos, los profesionales tienden a sobreestimar los beneficios y subestimar los daños

Las prácticas de bajo valor comprometen la eficiencia y sostenibilidad del sistema público de salud, además de la seguridad de los pacientes. Al gasto asociado a los procesos asistenciales inefectivos, al uso de medicamentos potencialmente inapropiados y a la polifarmacia evitable, hay que sumar los costes de la atención a los daños que estas prácticas causan a los pacientes. Si bien es cierto que en el ámbito sanitario ninguna intervención está libre de riesgos, no hay incidente o evento adverso más lamentable, ni más evitable, que el derivado de una actuación innecesaria.

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