viernes, 30 de septiembre de 2022

FMC. Repercusiones de la telemedicina en la práctica asistencial: empezando la casa por el teléfono.

La telemedicina es un término general que abarca cualquier actividad médica a distancia. Consistiría, por tanto, en proveer servicios médicos de manera independiente de la localización de los protagonistas de la atención. En su aplicación a la práctica asistencial, podríamos concretar algo más esta definición como: la asistencia sanitaria que utiliza las tecnologías de la información y la comunicación, cuando quien la origina y quien la atiende se encuentran separados en el espacio o en el tiempo. Se abre así una puerta para asimilar la telemedicina, digámosle asistencial, con la denominada consulta no presencial, o con la consulta telemática, sin olvidar que esta modalidad abarca más servicios que la interacción médico-paciente de forma remota1. Por otro lado, ahora se engloba la telemedicina en términos más amplios como: salud en línea, medicina 2.0, salud móvil, electrónica, móvil o digital (en inglés, por supuesto) que comparten con la telemedicina el empleo de las nuevas tecnologías y toman los apellidos del artilugio que las permiten.

Telemedicina no es una disciplina, ni siquiera una especialidad, sino una herramienta de utilización transversal para el diagnóstico, tratamiento y prevención de enfermedades. Su aplicación implica el uso de un elemento de comunicación que ha variado a lo largo del tiempo desde la radio o telefonía sin hilos hasta las denominadas nuevas tecnologías de la información y comunicación. Hugo Gernsback uno de los padres de la ciencia ficción, inventor y editor acuñó en 1955 el término de teledoctor (una versión actualizada de su radiodoctor y la teledactilia de treinta años antes) para denominar a un dispositivo que combinaba un televisor e instrumentación manejada a distancia para medir el pulso, la respiración, la presión arterial y otros datos necesarios, y que eran controlados por un médico en una oficina central2. El dispositivo sería alquilado por el paciente, presumiblemente en la farmacia local, y conectado a la línea telefónica. El médico, con su instrumento de control y una extensión a modo de manos mecánicas, podía obtener toda la información que se podría conseguir en una visita domiciliaria, en una fracción del tiempo mucho menor. En la ilustración que acompaña al artículo2 ya se distingue entre un elemento de ayuda en el trabajo del médico, de hecho, se publicitaba como la sustitución de la engorrosa visita domiciliaria, frente al componente de tratar a un paciente a distancia.

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