Recoge los puntos claves en el diagnóstico, tratamiento y derivación al hospital.
Puntos para una lectura rápida
- La hiperglucemia es una de las demandas más frecuentes en los servicios de urgencias. Puede tratarse de una hiperglucemia detectada en un control rutinario o acompañarse de síntomas como polidipsia, poliuria, polifagia, pérdida de peso, sequedad de piel y mucosas, visión borrosa, irritabilidad, etc. ¿Debemos tratarla siempre de la misma manera?
- Lo más importante será identificar la presencia de circunstancias que pongan en peligro la vida del paciente y que requerirán de tratamiento intravenoso: hablamos en estos casos de cetosis, hiperosmolaridad y acidosis (esta última solo valorable a nivel hospitalario).
- La cetosis la identificaremos fácilmente con la presencia de hiperglucemia (generalmente por encima de 250 mg/dl) y cuerpos cetónicos en orina (mínimo +++). La hiperglucemia cetósica indicará déficit de insulina; por lo tanto, la clave de su tratamiento es la administración de insulina intravenosa, complementada por el aporte de sueroterapia.
- Identificaremos la hiperosmolaridad por cifras de glucemia superiores a 600 mg/dl, hiperosmolaridad sanguínea (de valoración hospitalaria), signos de deshidratación severa, alteraciones del nivel de conciencia y ausencia de cetonuria. La hiperosmolaridad indica falta de agua. El aporte de suero es clave en el tratamiento.
- Una hiperglucemia no acidótica, no cetósica y no hiperosmolar no precisará tratamiento intravenoso y no requerirá derivación hospitalaria con toda probabilidad. Simplemente debemos corregir la glucemia con insulina subcutánea y posteriormente ajustar el tratamiento crónico de la diabetes.
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