CONCLUSIONES
• La prolongación y el grado de beneficio clínico de los inhibidores de la acetilcolinesterasa y la memantina son inciertos según la evidencia científica disponible.
• Estos medicamentos no están exentos de efectos adversos, incrementan la carga terapéutica de los pacientes y constituyen un coste relevante para el sistema sanitario.
• En determinadas situaciones puede, y debe, valorarse la retirada del tratamiento desde cualquiera de los niveles asistenciales, especialmente en los casos en que el tratamiento ha dejado de aportar beneficio clínico, así como en las fases avanzadas de la enfermedad de Alzheimer.
• La retirada debe ser siempre gradual para evitar posibles síntomas de abstinencia.
• Hasta los 3 meses de retirado el fármaco, se debe hacer seguimiento del paciente y valorar reiniciar el tratamiento con la última dosis en caso necesario.
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