Los grupos más vulnerables (inmunosenescentes, inmunodeprimidos. . .) tienen una protección limitada en el tiempo ya sea derivada de la vacunación o de la infección natural. Son los que más se han beneficiado de la vacunación y los que sin duda deben recibir nuevas dosis de refuerzo. Las personas no vacunadas y que no se han infectado con el virus se han mostrado como un grupo de riesgo para presentar las formas graves de la enfermedad, y por lo tanto serían candidatas cuanto antes a iniciar su vacunación. En el resto de población adolecemos de falta de estudios, especialmente en lo referente a la inmunidad celular y a la duración de la inmunidad. Aplicar una cuarta dosis de manera general tiene como inconvenientes que nos puede abocar a una baja cobertura vacunal por fatiga pandémica, y que la reiteración con nuevas dosis nos puede provocar un fenómeno de tolerancia inmune. El hecho de que aparecieran nuevas variantes del virus nos obligaría a evaluar nuevamente la protección conseguida con las vacunas disponibles en la actualidad. En un escenario tan cambiante se debe reforzar la vigilancia epidemiológica y promover nuevos estudios de inmunidad en toda la población.
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