El síndrome de ovario poliquístico (SOP) es el trastorno endocrinometabólico más frecuente en mujeres en edad reproductiva.
Su principal base fisiopatológica es un exceso de producción de andrógenos de origen ovárico y suprarrenal. El fenotipo clínico consiste en signos y síntomas derivados del exceso androgénico: reglas irregulares, anovulación crónica e infertilidad en la edad adulta. La ausencia de consenso para su definición hace difícil el diagnóstico en adolescentes y, dada la semejanza entre un desarrollo puberal normal y algunas formas de SOP, este se debería diferir hasta, al menos, el tercer año después de la menarquia(1-3).
La obesidad y la resistencia a la insulina, asociados con frecuencia al SOP, no son criterios necesarios para el diagnóstico(4,5). La identificación precoz de las niñas en riesgo de desarrollar SOP y de las pacientes con SOP es importante para intervenir y minimizar el desarrollo de comorbilidades. No existe un tratamiento etiológico, siendo el objetivo mejorar los síntomas y signos clínicos derivados del hiperandrogenismo, de la disfunción ovulatoria y de las complicaciones metabólicas existentes.




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