martes, 11 de agosto de 2020

Quid pro quo. De la visita presencial a la telefónica en los Centros de Salud.

 Por parte de los ciudadanos, la facilidad del contacto, una simple llamada sin mayor coste, hace que muchos pacientes lo utilicen para solucionar dudas o para consultas menores que restan tiempo a las otras visitas de pacientes con importantes problemas de salud, incrementando el número de llamadas, en cierta manera “espureas”, engrosando la actual lista de espera telefónica.  Si a esto se le añade que un buen porcentaje de los pacientes no están pendientes del teléfono, lo que obliga a varias re-llamadas y que el sistema telefónico se colapsa (al menos el nuestro) el estrés está servido.

http://borinot-mseguid.blogspot.com/2020/08/de-la-visita-presencial-la-telefonica.html

De acuerdo a la Ley de Roemer, toda oferta gratuita creada en el sistema público (sea cama, cita, visita, o llamada) se ocupará hasta su colapso.

Por tanto, la llamada telefónica ya se ha convertido en la “Demanda descontrolada, abrumadora y desesperante”.

Ante un incremento tan descomunal de Oferta, como es el acceso telefónico sin restricciones o el acceso libre a un mail, sin restricciones, la población, siguiendo la anterior Ley, y de acuerdo al grafico de morbilidad de Jenicek disparará la creación e inflación de la “Morbilidad Dependiente del Entorno”, círculo excéntrico del de la Morbilidad real, y fuente de la ilimitada y expansiva ad infinitum “NO-ENFERMEDAD”.

 

Una cosa es la Morbilidad Real y otra la percepción de morbilidad.

La primera es finita ( por mucho que te empeñes no crecen tanto las alergias, ciatalgias, colecistitis, embarazos ectópicos, forúculos, otitis, lumbalgias, …).

La segunda es INFINITA, …, y le acabamos de abrir una puerta DE PAR EN PAR.

Como bien demostraba Skrabaneck, en Sofismas y desatinos en la práctica médica, quien cura es el terapeuta, no la terapia. Evidentemente no hablo de una herida incisa en la arteria femoral, un apendicitis o un IAM. Hablo del 80% de la patología de Atención Primaria relacionada con el dolor, con el malestar, con la intolerancia a la frustración y con relación a los inconvenientes de la vida.

 

Pues acabamos de darnos una autopatada en el cielo de paladar y con ella otra a nuestra capacidad terapéutica.

 

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