Alrededor de 10% de la población de EEUU dice haber tenido alergia a
penicilina; las tasas son más altas en personas de edad avanzada y en pacientes
ingresados en hospital.
Aunque muchos pacientes dicen ser alérgicos a la penicilina, la
hipersensibilidad significativa mediada por IgE o por linfocitos T es poco
frecuente (<5%). En la actualidad la prevalencia de la alergia mediada por
IgE está disminuyendo, posiblemente como consecuencia de la disminución del
consumo de penicilinas por vía parenteral, y porque las reacciones
anafilácticas graves a amoxicilina por vía oral son muy raras.
La alergia a penicilina mediada por IgE desaparece con el tiempo; un 80% de
los pacientes vuelven a tolerar el fármaco diez años después.
La reactividad cruzada entre penicilinas y cefalosporinas ocurre en un 2%
de los casos, menos del 8% publicado anteriormente.
Algunos pacientes presentan características que indican bajo riesgo de
reacción alérgica a penicilina: antecedentes de síntomas no alérgicos aislados,
como gastrointestinales, o bien solamente antecedente familiar de alergia a
penicilina, o prurito sin erupción cutánea, o reacciones remotas en el tiempo
(más de 10 años) sin características que sugieran una reacción mediada por IgE.
Los pacientes de riesgo moderado son los que presentan antecedente de
urticaria u otra erupción con prurito y reacciones con clínica sugestiva de
reacción mediada por IgE.
Los pacientes de riesgo elevado son los que tienen antecedente de
anafilaxia, prueba cutánea a penicilina positiva, reacciones recurrentes a
penicilina o hipersensibilidad a múltiples antibióticos ß-lactámicos.
Cuando una historia de alergia a la penicilina determina la prescripción de
otros antibióticos de amplio espectro que incrementan el riesgo de
resistencias, incluida la MRSA y la resistencia de enterococo a vancomicina,
así como el riesgo de infección por Clostridium difficile, se dificulta la
consecución de los objetivos de la política de antibióticos.
Para los pacientes de bajo riesgo es adecuado probar directamente la
amoxicilina.
Para los de riesgo moderado se recomienda prueba cutánea de sensibilidad,
que tiene un valor predictivo negativo de más de 95%, que se acerca a 100%
cuando se combina con una prueba de exposición a amoxicilina.
Los clínicos encargados de la evaluación de alergia a penicilina deben
identificar qué técnicas están disponibles en sus respectivas organizaciones.
CONCLUSIONES: Muchos pacientes dicen tener alergia a penicilina pero de
estos muy pocos presentan una reacción significativa en caso de reexposición.
La evaluación de la alergia a penicilina antes de decidir que no se puede usar
penicilina u otro antibiótico ß-lactámico constituye una importante herramienta
de la política de antibióticos.
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