miércoles, 9 de mayo de 2018

Nuevo Blog a escena... Medicina MaxiMental, by Angeles Jiménez.

https://angelesjimenezblog.wordpress.com/

La cuestión del impacto de los determinantes sociales en la salud de las poblaciones se viene debatiendo desde hace tiempo, lo que resulta extraño es que siendo tan contundente el balance, se sigan invirtiendo tantos recursos en alta tecnología sanitaria con mínimas mejoras saludables. Creo que este desbalance debe ser ampliamente debatido entre los profesionales sanitarios.
Aunque el asunto me viene interesando a lo largo de los últimos años, quizá mi reciente incorporación a un nuevo cupo de pacientes en un barrio urbano me ha enfrentado de lleno con la auténtica realidad del problema: pacientes no tan mayores con graves y múltiples enfermedades derivadas de un mal control crónico de su vida, personas sin recursos, ni económicos ni psíquicos, sin capacidad para administrarse unos mínimos cuidados de salud. Diabéticos con complicaciones, bronquitis crónicas en pacientes que continúan fumando, hipertensos con cardiopatías evolucionadas, etc. Personas sin apoyo familiar ni social que ni siquiera lo demandan porque desconocen lo que es eso.
También abundan las personas mayores solitarias, porque su red social ha desaparecido con el tiempo, que se sujetan con un delicado hilo a una estructura social que les resulta complicada y hostil, y a la que apenas rozan cuando no les queda más remedio. Por ejemplo, la estructura sanitaria, en la que se pierden entre pruebas complementarias y citas médicas. Pacientes que solo necesitan apoyos básicos en su domicilio para que puedan continuar siendo independientes el mayor tiempo posible, sin que les importe demasiado el diagnóstico preciso de algún mal que solo una larga vida ha sido capaz de producir, porque por muy malo que sea ya no tiene tiempo a desarrollarse en lo que les queda por vivir. Si se gastasen menos sofisticados recursos sanitarios en estos pacientes y se empleasen en mejorar las condiciones de su vivienda –a estas edades vivir en un primero sin ascensor (y no digamos más arriba) puede implicar no poder volver a ver el sol si se padece una dificultad respiratoria en reposo (y luego les prescribimos vitamina D para mejorar su salud ósea, cuando están condenados a no volver a utilizar el esqueleto)–, ayudarlos con el aseo diario, con las pastillas, con conversación, las actividades básicas de la vida diaria, se ahorraría dinero y tendríamos ancianos más saludables –con o sin enfermedades.
Si se emplearan más recursos en atender a las personas cuando empiezan a desarrollar una diabetes para evitar las complicaciones que acabarán con su vida tras un largo y costoso recorrido sanitario; si consiguiéramos que la gente dejara de fumar mucho antes de tener que indicarles oxigenoterapia continua domiciliaria; si educáramos a la población para prevenir la obesidad en vez de dispensarles aparatos que les mantengan abiertas las vías respiratorias por la noche (CPAP); si fuéramos capaces de que controlaran las cifras de su tensión arterial antes de que se les afectara el corazón; si…, entonces ahorraríamos dinero y tendríamos una población más saludable.

1 comentario:

  1. Gracias por seguirme, espero que te resulten interesantes mis contenidos.

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