La revue Prescrire Premiers Choix 2015; 35 (385): 839-842
La bronquitis aguda es una inflamación aguda de la tráquea y los bronquios que se produce en ausencia de enfermedad pulmonar crónica y suele ir precedida por una infección de las vías respiratorias superiores, por lo general de origen vírico.
La
bronquitis aguda se caracteriza por una tos molesta que se presenta en
una primera fase en forma seca, dolorosa, a menudo precedida de
nasofaringitis, para dar paso a una tos productiva, a menudo acompañada
de dificultad para respirar y sibilancias. La tos persistente durante 5 o
más días avanza hacia la inflamación bronquial aguda que suele
evolucionar favorablemente de forma espontáneamente en el curso de dos
semanas, aunque una tos residual puede llegar a persistir por periodos
de varias semanas. El esputo puede ser claro, con pus u, ocasionalmente,
sanguinolento. La fiebre puede estar presente desde el principio del
desarrollo de los síntomas, pero una temperatura alta o persistente es
inusual y, en caso de presentarse, debe sospecharse de gripe o neumonía.
La combinación de síntomas como una frecuencia cardiaca <100/minuto, frecuencia respiratoria <24/min, temperatura corporal <38°C y la ausencia de crepitaciones en la oscultación suelen permitir diferenciar la bronquitis aguda de la neumonía, pero la confirmación por radiografía de tórax sigue siendo necesaria en las personas de mayor edad debido a que la ausencia de fiebre y taquicardia no descarta la neumonía. Del mismo modo, la radiografía es también generalmente útil en pacientes inmunocomprometidos, con insuficiencia cardíaca o institucionalizados. Si la tos persiste durante más de 3 semanas o si aparecen nuevos factores clínicos como la presencia de sangre en el esputo o empeoramiento de las dificultades respiratorias puede tratarse de una bronquitis crónica, asma, o un reflujo gastroesofágico, por ejemplo.
Remedios como una buena hidratación, jarabes de frutas, bebidas calientes, o miel, pueden ayudar a aliviar la tos sin apenas efectos secundarios, y debe evitarse en todo caso la exposición al humo u otros irritantes ambientales u ocupacionales. El uso de humidificantes ambientales también puede ser recomendado, especialmente en lugares particularmente secos a causa del clima o de elementos de calefacción. Cuando la fiebre y el dolor causado por la tos vinculada a la bronquitis aguda es especialmente conflictivo, el paracetamol es el fármaco de primera elección y el uso de anti-inflamatorios no esteroideos debe limitarse debido a que en este contexto de infección suele acarrear empeoramiento. No resulta aconsejable tratar de suprimir la tos ya que, aunque molesta, ayuda a eliminar el moco que atrapa el polvo y microorganismos impidiendo su acceso a los pulmones. Cuando es mal tolerada por su frecuencia, el dolor asociado o la alteración del sueño que causa, el uso de derivados opiáceos (codeína, dextrometorfano) tienen como objetivo reducir la frecuencia de los esfuerzos tusivos, pero en la práctica su eficiencia es baja. En los pacientes con signos de obstrucción bronquial, estimulantes beta 2 inhalados pueden tener cierta eficacia sobre los síntomas más molestos. Los antibióticos tienen una eficacia marginal frente a la bronquitis aguda, pues en la práctica suponen una reducción mínima de la duración de la tos (medio día en promedio). En la mayoría de los casos, es mejor no usarlos, para evitar efectos secundarios colectivos (aumento de resistencia) e individual (desarrollo de infecciones por hongos, incluyendo reacciones alérgicas, vaginales, etc.).
En el caso de la bronquitis aguda deben evitarse medicamentos mucolíticos, antitusivos que contengan un antihistamínico sedante H1 (oxomemazine), folcodina, y corticosteroides orales o inhalados (en pacientes previamente sanos).
La combinación de síntomas como una frecuencia cardiaca <100/minuto, frecuencia respiratoria <24/min, temperatura corporal <38°C y la ausencia de crepitaciones en la oscultación suelen permitir diferenciar la bronquitis aguda de la neumonía, pero la confirmación por radiografía de tórax sigue siendo necesaria en las personas de mayor edad debido a que la ausencia de fiebre y taquicardia no descarta la neumonía. Del mismo modo, la radiografía es también generalmente útil en pacientes inmunocomprometidos, con insuficiencia cardíaca o institucionalizados. Si la tos persiste durante más de 3 semanas o si aparecen nuevos factores clínicos como la presencia de sangre en el esputo o empeoramiento de las dificultades respiratorias puede tratarse de una bronquitis crónica, asma, o un reflujo gastroesofágico, por ejemplo.
Remedios como una buena hidratación, jarabes de frutas, bebidas calientes, o miel, pueden ayudar a aliviar la tos sin apenas efectos secundarios, y debe evitarse en todo caso la exposición al humo u otros irritantes ambientales u ocupacionales. El uso de humidificantes ambientales también puede ser recomendado, especialmente en lugares particularmente secos a causa del clima o de elementos de calefacción. Cuando la fiebre y el dolor causado por la tos vinculada a la bronquitis aguda es especialmente conflictivo, el paracetamol es el fármaco de primera elección y el uso de anti-inflamatorios no esteroideos debe limitarse debido a que en este contexto de infección suele acarrear empeoramiento. No resulta aconsejable tratar de suprimir la tos ya que, aunque molesta, ayuda a eliminar el moco que atrapa el polvo y microorganismos impidiendo su acceso a los pulmones. Cuando es mal tolerada por su frecuencia, el dolor asociado o la alteración del sueño que causa, el uso de derivados opiáceos (codeína, dextrometorfano) tienen como objetivo reducir la frecuencia de los esfuerzos tusivos, pero en la práctica su eficiencia es baja. En los pacientes con signos de obstrucción bronquial, estimulantes beta 2 inhalados pueden tener cierta eficacia sobre los síntomas más molestos. Los antibióticos tienen una eficacia marginal frente a la bronquitis aguda, pues en la práctica suponen una reducción mínima de la duración de la tos (medio día en promedio). En la mayoría de los casos, es mejor no usarlos, para evitar efectos secundarios colectivos (aumento de resistencia) e individual (desarrollo de infecciones por hongos, incluyendo reacciones alérgicas, vaginales, etc.).
En el caso de la bronquitis aguda deben evitarse medicamentos mucolíticos, antitusivos que contengan un antihistamínico sedante H1 (oxomemazine), folcodina, y corticosteroides orales o inhalados (en pacientes previamente sanos).
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