jueves, 30 de junio de 2016

El Gerente De Mediado. 15 "pavos": el precio de un médico. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

“What you’re doing with fifteen bucks?” 
Fifteen bucks. John David Souther.1979 


Recientemente Estados Unidos dio un paso importante en la lucha frente al fraude. Los datos sobre el pago a los médicos por parte de la industria farmacéutica y sus perfiles de prescripción en Medicare se han hecho públicos. 
Un grupo de investigadores de las universidades de California y Hawaii acaban de publicar un trabajo en JAMA Internal Medicine en el que analizan la relación entre haber recibido invitaciones a comer por parte de la industria y la tasa de prescripción de los fármacos promovidos a los beneficiarios de Medicare. Se estudiaron a médicos que prescribieron cuatro tipos de fármacos: estatinas, betabloqueantes, IECAS e inhibidores de la recaptación de la serotonina (SSRI ySNRI). Más de 279.000 médicos recibieron más de 63.000 pagos en relación con la prescripción de ese tipo de drogas. En el 95% de las ocasiones el pago fue en forma de comidas, cuyo valor medio era menor de 20 dólares. Como señalaba Juan Gervas en Twitter, por lo que parece los médicos no se venden por 30 monedas, sino por bastante menos. El problema es que el efecto es incuestionable: los médicos que recibieron una simple comida como premio, tuvieron (como era de suponer) mucho mayores tasas de prescripción de los fármacos incentivados que el resto. Un 20% en el caso del Crestor de Astra Zeneca, pero más del 100% si se trata del Pristiq de Pfizer. Es cierto que como señalan los autores , demuestran una asociación pero no necesariamente una relación de causa efecto. 
No es la primera vez que este tipo de hallazgos se publica. Como señala Ray Moynihan en uno de sus bien documentados artículos en The Conversation, PloS ya publicó en mayo que casi la mitad de los médicos en Estados Unidos están a sueldo de la industria. Y que a mayor pago mayor gasto por paciente. Una de las cínicas respuestas de algunos médicos es que “ya que no me paga la administración lo que merezco, yo me busco la vida”. Pero al margen del indiscutible efecto que supone prescribir drogas innecesarias o más caras para la sostenibilidad del sistema sanitario ( fin que no todos los médicos comparten), la práctica implica un peligro mucho mayor: la prescripción de fármacos de los que no se dispone aún de información suficiente sobre su seguridad frente a otros de mucho mayor experiencia y seguridad.
En el último Congreso de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria ( semFYC), mi sociedad, celebrado en A Coruña, la mesa de Actualización en VIH y la de la Atención primaria ante el reto de la hepatitis C estaban patrocinadas por Gilead Science, la de Abordaje terapéutico en el paciente con mal control glucémico por Boheringer Ingelheim-Lilly, la de Manejo del dolor neuropático por Grünenthal,la de Urticaria por Novartis, la de Vacuna del neumococo y la de Fibrilación auricular no anticoagulada por Pfizer, las de Abordaje de la dislipemia (2) por Mylan, el Estudio Happy Audit y la del Bosillo ácido por Reckitt Benckiser, la de Anticoagulación oral en AP por Bayer, las de Acné y la deTerapia inhalada para dummies (2) por GSK y las de Hiperuricemia y el Encuentro con el experto en Diabetes por Menarini. Un total de 17 mesas o actividades diversas patrocinadas explícitamente por laboratorios. Solo falta imprimir los logos en las camisetas.
No todas las sociedades federadas de semFYC mantienen una política similar. Las sociedades de Medicina de Familia de Euskadi, Baleares, Murcia o Madrid llevan años realizando dignísimas actividades formativas sin contaminación industrial. El año pasado la Confederación Iberoamericana de Medicina Familiar (CIMF) organizó su congreso en Montevideo con cerca de 2000 participantes ( reales, no de los que solo aparecen por la acreditación), sin patrocinio industrial, como lo hará la propia WONCA, la asociación mundial de médicos de familia, en su congreso de este año en Río de Janeiro. 
El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Pero seguimos tolerando y practicando comportamientos completamente inaceptables desde el punto de vista ético. Los congresos de las sociedades científicas en España se han convertido en una carrera suicida para ver quien tiene más larga su cola de inscritos. A 500, 600 o 700 euros la inscripción. Que nadie en su sano juicio pagaría de su propio bolsillo. Va siendo hora de acabar con el monstruo antes de que nos engulla del todo. 

(Imagen tomada de No Gracias basada en una viñeta de El Roto)

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