Este estudio de cohortes muestra que la ingesta regular de bebidas azucaradas se asocia a un aumento de la cantidad de grasa visceral y un deterioro de su calidad, ambos factores ligados al aumento del riesgo cardio-metabólico. Son necesarias medidas de salud pública para frenar el efecto deletéreo de un consumo que no deja de aumentar. Como sugiere el otro estudio que presentamos, una de ellas podría ser el etiquetado con advertencias sanitarias sobre los daños a la salud asociados con su consumo excesivo, que podría hacer que los padres compraran menos bebidas azucaradas para sus hijo.
Las bebidas azucaradas son la fuente principal de ingesta de azúcar añadido en los Estados Unidos. Allí las bebidas azucaradas, sobre todo en poblaciones de nivel socioeconómico bajo, sobrepasan ellas solas la cantidad de azúcares añadidos recomendados al día para mantener la salud cardio-metabólico.
La grasa abdominal, en concreto el tejido adiposo visceral (TAV), se ha asociado al desarrollo de diabetes mellitus tipo 2 (DM2) y enfermedad cardiovascular. La tomografía computarizada (TC) permite evaluar la cantidad de grasa abdominal, incluyendo TAV y tejido adiposo subcutáneo (TAS), y también indirectamente su calidad a través de la cuantificación de la atenuación de la radio-densidad de la grasa, por lo que menor radio-densidad puede considerarse peor calidad de la grasa.
El primer estudio que presentamos, realizado con 1003 participantes (media de edad 45,3 años, 45% mujeres) de la tercera generación de la Cohorte de Framingham, tenía como objetivo evaluar de forma prospectiva la relación entre la ingesta habitual de bebidas azucaradas (BE) o bebidas "light / cero / diet" (BL) y los cambios en la grasa abdominal, TAV y TAS, medido mediante dos TC realizados con un intervalo de 6 años. Al inicio se evaluó la ingesta de BE y BL mediante un cuestionario que categorizar los participantes en cuatro grupos: no consumidores, entre 1 bebida / mes y menos de 1 bebida / semana, entre 1 bebida / semana y 1 bebida / día y ≥1 bebida al día (consumidores diarios) de BE o BL.
Después de ajustar por múltiples factores de confusión, incluyendo cambios en el peso corporal, un mayor consumo de BE se asoció con un mayor aumento de TAV. El aumento de TAV fue de entre 658 cm3 (intervalo de confianza [IC] 602-713) en no consumidores y 852 cm3 (IC 760-943) en consumidores diarios. Así, los individuos que consumían ≥1 BE al día, tenían un 29% más de aumento del TAV a los seis años, en comparación con los no consumidores. La mayor ingesta de BE también se asoció con peor calidad del TAV, pero la asociación no fue significativa ni siquiera cuando se ajustaba por el cambio de volumen del TAV. No se encontró asociación significativa entre consumo de BE y cambios en cantidad o calidad de TAS. Los hallazgos asociadas a BE no se confirmaron con BL, el consumo de las cuales no se asoció con cambios del tejido adiposo abdominal.
Entre las limitaciones del estudio cabe destacar que la medida del consumo es una estimación a partir de un cuestionario y que sólo se hizo una medida del consumo de BE y BL al inicio del estudio, lo que no permite descartar que los participantes cambiaran el perfil de consumo a lo largo del tiempo. El cuestionario tampoco evaluaba específicamente la ingesta de bebidas deportivas, bebidas energéticas y tés azucarados, también con elevadas cantidades de azúcares añadidos, el consumo de las cuales está aumentando de forma significativa en los Estados Unidos y alrededor, ahora que parece que las ventas de BE tradicionales comienzan a disminuir.
Este estudio aporta evidencia para recomendar limitar el consumo de BE y tomar medidas de salud pública que podrían ayudar a prevenir enfermedades cardio-metabólicas. En este sentido, el otro artículo que presentamos, publicado en la revista Pediatrics, estudió la influencia que podría tener en el comportamiento de los padres respecto a la compra de bebidas azucaradas para los hijos, poner advertencias sanitarias sobre los daños del consumo excesivo de BE en las etiquetas de las bebidas.
Se hizo una encuesta online a 2.381 padres y madres de características demográficas y educativas variadas. Los padres y las madres eran asignados al azar a una de estas 6 condiciones: (1) sin etiquetas de advertencia; (2) etiqueta con las calorías; o (3-6) una de 4 versiones de advertencia con textos diferentes (p. Ej. Aviso de seguridad: las bebidas con azúcares añadidos contribuyen a obesidad, diabetes y caries). Los padres y madres elegían una bebida para su hijo en una máquina de vending, clasificaban sus percepciones sobre diferentes bebidas y indicaban su interés por recibir cupones de descuento para bebidas.
Con todas las limitaciones de un estudio realizado a través de una encuesta online, lejos de la vida real donde las etiquetas de advertencia aún no existen, y con riesgo de sesgo para que las respuestas "deseadas" son evidentes, fue hubo diferencias significativas con menos padres que elegir una bebida azucarada para sus hijos cuando llevaba una etiqueta de advertencia (40%) respecto a cuando no había etiqueta (60%) o cuando la etiqueta daba información sobre calorías (53% ). Los padres que estaban en el grupo con etiquetas de advertencia tenían menos interés por los cupones de descuento, creían que las BE eran menos saludables para sus hijos y tenían menos intención de comprar Bes. En cuanto a los diferentes mensajes de las etiquetas de advertencia, no hubo diferencias entre las distintas versiones del texto.
Las etiquetas de advertencia podrían ser una de las medidas de salud pública que hay que poner en marcha para reducir el consumo excesivo de bebidas azucaradas que se observa en todo el mundo y su impacto negativo en la salud de las personas.
- Ma J, McKeown NM, Hwang SJ, Hoffmann U, Jacques PF, Fox CS. Sugar-Sweetened Beverage Consumption Is Associated With Change of Visceral Adipose Tissue Over 6 Years of Follow-Up. Circulation. 2016 Jan 26; 133 (4) :370-7. link
- Roberto CA, Wong D, Musicus A, Hammond D. The Influence of Sugar-Sweetened Beverage Health Warning Labels on Parents` Choices. Pediatrics. 2016 Feb; 137 (2) :1-10. link
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