viernes, 5 de febrero de 2016

DICAF. Esteroides en enfermedad inflamatoria intestinal.

Rev Esp Enferm Dig 2015; 107 (9):573
Este grupo de medicamentos son útiles para controlar los periodos de brote característicos de los cuadros más representativos de la enfermedad inflamatoria intestinal, pero no son eficaces como tratamiento de mantenimiento a largo plazo, además de suponer un riesgo elevado de efectos secundarios potencialmente graves.
La enfermedad inflamatoria a intestinal es el término que se utiliza para referirse a un grupo de enfermedades de afectación sobre el tramo distal del sistema digestivo con presencia de inflamación y otros síntomas característicos según el cuadro del que se trate: enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa o colitis no clasificada. Se presentan en forma de brotes o episodios de especial virulencia sintomática que precisan tratamiento, que se alternan con fases asintomáticas en las que los pacientes pueden recibir un tratamiento preventivo de mantenimiento.
Los esteroides son un grupo de medicamentos, sintetizados a imagen de los corticosteroides naturales generados por nuestro organismo, con alta capacidad para combatir la inflamación y la alergia. Baratos y bien conocidos, presentan facilidad para ser administrados de forma oral, aunque también pueden ser administrados por via rectal o por vía sistémica cuando la gravedad del caso así lo exija. Los más empleados son la prednisona y la metil-prednisolona (Urbasón®), aunque actualmente se dispone de nuevos compuestos con menos efectos secundarios, como la budesonida o la beclometasona, que suelen utilizarse en los casos de menor gravedad.
En el caso de la enfermedad inflamatoria intestinal los esteroides resultan altamente eficaces para controlar los síntomas durante los periodos de brote (tanto en la enfermedad de Crohn como en la colitis ulcerosa de intensidad moderada o grave, se obtiene respuesta en más del 80% de los casos), y pueden ser utilizados como tratamiento inicial mientras se avalúa el tratamiento definitivo que se va a emplear, pero no tienen gran eficacia en su utilización a largo plazo como tratamiento de mantenimiento, circunstancia en la cual existe además un riesgo elevado de efectos secundarios que pueden ser, en ocasiones, grabes y entre los que cabe destacar: alteraciones del metabolismo (retención de sal y líquidos, tensión alta y aumento de glucosa en sangre, con riesgo de diabetes en personas predispuestas); alteraciones del ánimo (como nerviosismo, depresión o psicosis); acumulación de grasa (en abdomen y espalda); problemas de la piel (como aumento del vello facial o corporal, caída del cabello y estrías en la piel de abdomen y muslos); descalcificación ósea (con riesgo de osteoporosis); problemas de riego en los huesos (como la necrosis de cabeza de fémur); aumento de la arteriosclerosis; aumento de la posibilidad de infecciones graves; glaucoma y cataratas; y, en niños, detención del crecimiento y retraso de la maduración sexual.
Para tratar pues de evitar estos problemas potenciales, los esteroides solamente deben ser utilizados durante el tiempo necesario. Todo tratamiento con esteroides tradicionales que vaya a durar más de 10-15 días debe combinarse con calcio y vitamina D, para prevenir la descalcificación y los problemas óseos, y debe tenerse especial atención en personas con infección, osteoporosis, hipertensión, diabetes o antecedentes de problemas psiquiátricos. Además es aconsejable ayudar a estos pacientes a controlar la tensión arterial y la glucosa, y a establecer una dieta sin sal.

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