lunes, 8 de febrero de 2016

(Aten Primaria) AINE y riesgo digestivo

Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) constituyen uno de los grupos de fármacos más consumidos en el mundo, y su prescripción está aumentando con el paso de los años1 debido al aumento en la esperanza de vida y en la prevalencia de enfermedades reumáticas.
Hoy en día, sus propiedades antiinflamatorias, antipiréticas y analgésicas están ampliamente aceptadas. Sin embargo, su uso no es inocuo y está asociado a un amplio espectro de efectos adversos, siendo las complicaciones gastrointestinales (GI) y cardiovasculares (CV) las más importantes.
A pesar de tener una eficacia similar para controlar el dolor, individualmente los AINE son variables en su perfil de seguridad. Los AINE clásicos conllevan un aumento significativo del riesgo GI y CV. Dentro de los AINE clásicos el riesgo de complicaciones GI varía de manera individual según el fármaco que utilicemos2, la dosis administrada y la presencia de otra serie de factores de riesgo no relacionados con el fármaco. La aparición en el mercado de AINE inhibidores selectivos de la COX-2 (coxibs) introdujo altas expectativas al presentar una eficacia similar a la de los AINE clásicos pero con un perfil de toxicidad GI más seguro3. Con posterioridad, la observación de un aumento en la frecuencia de eventos CV4 enfrió estas expectativas. Por último, la demostración de la capacidad de los AINE para producir lesiones significativas en el tracto digestivo inferior, acompañado de la ausencia de una terapéutica efectiva para su prevención, complica aún más el proceso de toma de decisiones. Por todo lo anteriormente descrito, el correcto manejo del paciente que requiere la toma de AINE se ha convertido en un reto para la práctica clínica habitual, ya que deben tenerse en cuenta muchos factores para una correcta prescripción, y el médico ha de enfrentarse a este escenario clínico cada vez con más frecuencia. Por lo tanto, las sociedades científicas deben dotar a los médicos de herramientas en forma de guías de práctica clínica y algoritmos de actuación claros y basados en la evidencia actual para facilitar así el adecuado manejo de estos pacientes5.
Hoy en día está demostrado que los AINE (tradicionales y coxibs) pueden lesionar todo el tracto GI, si bien hay diferencias claras entre AINE tradicionales y coxibs en este aspecto. El espectro de la gastroenteropatía inducida por AINE es amplio1 and 6, tanto en el tipo de lesiones como en su distribución dentro de tracto GI, pudiendo variar desde petequias, pasando por úlceras, hasta complicaciones graves como la hemorragia, la perforación e incluso la muerte.
Más del 40% de los consumidores de AINE presentarán síntomas referidos al tracto GI alto durante el tratamiento, siendo los más frecuentes el reflujo gastroesofágico y los síntomas dispépticos 7. Un metaanálisis de la Cochrane concluyó que el celecoxib producía menos úlceras y menos abandono del tratamiento por efectos secundarios GI que los AINE tradicionales8. Desgraciadamente, la aparición de síntomas no es predictiva de existencia de lesión mucosa, ya que se ha demostrado que en un 50% de los casos los pacientes con síntomas no tienen lesiones endoscópicas y que el 50% de los pacientes con una complicación de úlcera péptica no habían tenido síntomas previos 7 and 9. Aproximadamente del 1 al 4% de los pacientes sufrirán úlceras sintomáticas o complicaciones GI derivadas de la toma de AINE durante los primeros 6-12 meses de tratamiento 10.
El manejo de los pacientes que van a recibir tratamiento con AINE debe ir precedido siempre y de manera obligatoria de una correcta valoración del riesgo GI individual. Los factores que aumentan el riesgo de padecer una complicación GI han sido identificados y establecidos e incluyen, por orden de importancia 11 and 12:
1.
Historia previa de úlcera péptica (complicada o no).
2.
Edad ≥ 65 años, siendo especialmente relevante con edad > 70 años.
3.
Uso de 2 o más AINE simultáneamente.
4.
Uso concomitante de antiagregantes, anticoagulantes, corticoides o inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina.
5.
Infección por Helicobacter pylori.
6.
Comorbilidad grave.
En función de la presencia o ausencia de estos factores se establecen 3 grupos de riesgo distintos, y de la inclusión de cada paciente en uno de ellos dependerá la estrategia de prevención GI que debemos adoptar:
-
Bajo riesgo: sin factores de riesgo y que no toman aspirina (ácido acetilsalicílico [AAS]) a dosis bajas, con una tasa de < 1,5 eventos por cada 100 pacientes-año.
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Riesgo moderado: pacientes sin historia ulcerosa y no anticoagulados que presentan 1-2 factores de riesgo y una tasa de 1,5-10 eventos por cada 100 pacientes-año.
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Riesgo alto: historia de úlcera complicada, anticoagulados o > 2 factores de riesgo y una tasa de > 10 eventos por cada 100 pacientes-año.

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