jueves, 10 de septiembre de 2015

Efectos adversos de la vacuna contra el virus del papiloma humano. La revue Prescrire 2015. DICAF.

La revue Prescrire 2015; 35 (375): 19-29
Por el momento, los datos del balance relacionado con la administración de esta vacuna confirman la ausencia de efectos secundarios alarmantes: los daños autoinmunes y neurológicos no son más frecuentes que en la población general, y el riesgo de trombosis no parece aumentado en comparación al resto de la población de la misma edad. Además, otros efectos adversos en ocasiones reportados, como síncope, infecciones o síndromes de dolor complejo, parecen más relacionados con el proceso de vacunación que con la vacuna en sí misma.
Las vacunas del virus del papiloma humano han sido objeto de multitud de análisis. Los datos actuales confirman que no existen señales alarmantes relacionadas con las vacuna contra el VPH 6,11,16,18, aunque también es cierto que en el caso de las vacunas 16 y 18, que en su formulación presentan un adyuvante lipídico, los datos de los que se dispone son menos numerosos.
Los efectos secundarios conocidos más comunes son dolor o reacciones inflamatorias conocidas en el lugar de la inyección, dolor de cabeza, fiebre, malestar general y síntomas similares a la gripe como por ejemplo dolor musculoesquelético. De forma mayoritaria estos síntomas tienden a desaparecer espontáneamente. Entre otras reacciones adversas que se han tratado de asociar en un momento u otro con la aplicación de esta vacuna se encuentran la presencia de síncope, infecciones cutáneas, situaciones de choque anafiláctico, de enfermedades autoinmunes, efectos tromboembólicos, fatiga crónica e incluso la muerte.
La aparición de síncope (desmayo) tras la administración de cualquier vacuna es un fenómeno conocido que afecta principalmente a adolescentes y adultos jóvenes. La causa es una reacción vasovagal benigna que, sin embargo, puede resultar en lesiones como consecuencia de una caída tras la pérdida de consciencia. El síncope parece estar relacionado con el proceso de aplicación de la vacuna más que con la vacuna en sí misma. Como medida de precaución, se recomienda sentar o acostar a las niñas durante y después de la inyección y monitorizar su estado general durante al menos 15 minutos. Las presencia de infecciones cutáneas, localizadas en la zona de inyección que ocurre en los primeros días tras la aplicación, también se consideran relacionadas con el proceso de administración de la vacuna y no son exclusivas de la vacuna del VPH. Casos relacionados con la presencia de síndrome doloroso complejo han reportado situaciones de sensación de ardor, dolor en el brazo y el antebrazo, entumecimiento, parestesias e incluso parálisis del brazo en el que se realizó la inyección. La empresa comercializadora de la vacuna también informó de pacientes con diversos dolores (espalda, cuello, músculo-esquelético). Después de seleccionar y analizar datos de 25 casos de síndrome de dolor complejo que se asociaron cronológicamente con la vacunación, se concluyó que guardaban también relación con el proceso de administración. Por lo que refiere a las notificaciones shock anafiláctico grave, estas son similares a las relacionadas con el uso de otras vacunas comúnmente utilizadas en los mismos grupos de edad.
El hecho que se hayan reportado casos de enfermedades autoinmunes como esclerosis múltiple y, principalmente, inflamación del sistema nervioso central, han sido la causa de que se hayan realizado diferentes estudios epidemiológicos diseñados de forma específica para comparar la incidencia de ataques autoinmunes en los individuos vacunados en comparación con lo que cabe esperar en el mismo grupo de edad del resto de la población. Los resultados de todos ellos indican que la presencia de enfermedades neurológicas o autoinmunes no son más frecuentes en los individuos vacunados. También se han realizado diversos estudios epidemiológicos a gran escala para detectar la posible relación entre la vacuna y efectos tromboembólicos o incidencia de fatiga crónica (principalmente en este último caso para las formas 16 y 18 de la vacuna), que tampoco han mostrado ningún aumento del riesgo en comparación con la población general de la misma edad. Diversas fuentes han informado también de muertes tras la vacunación contra el virus del papiloma, pero el análisis de estos casos, a menudo no muy detallados (como por ejemplo tiempo desconocido entre la vacunación y la muerte) no han encontrado señal significativa que lleve a considerar que estas muertes puedan ser debidas a la vacunación.

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