Hay datos
que hablan elocuentemente por sí solos: echando la vista atrás,
aproximadamente la mitad (¡!) de los ensayos clínicos realizados no han
culminado con la publicación de sus resultados y los ensayos con
resultados positivos presentan una probabilidad de ser publicados dos
veces mayor que aquellos con resultados negativos. Este alarmante
panorama no se reduce al ámbito de los medicamentos (un 27% de los
ensayos con técnicas quirúrgicas permanecen ocultos) ni parece resolverse con el mero registro de los estudios, ya que hasta un 30% de los ensayos completados en ClinicalTrials.gov no ofrecen información sobre sus resultados y conclusiones).
Afortunadamente parece que, al menos en lo que respecta a los estudios más recientes, la tasa de publicación se está incrementando.
Esto se ha debido, en buena medida, a la labor de concienciación que
distintas iniciativas han desarrollado con importante eco mediático,
reclamando de todos los agentes implicados en la investigación un
compromiso firme de transparencia real, tal y como claramente establece
la Declaración de Helsinki en los artículos 35 y 36.
Sin duda, la iniciativa más potente en este ámbito ha sido la protagonizada por la campaña AllTrials, lanzada a principios de 2013 por Bad Science, BMJ, Centre for Evidence-based Medicine, Cochrane Collaboration, James Lind Initiative, PLOS y Sense About Science. Con el respaldo de más de 500 organizaciones y más de 80.000 firmantes a título particular, las demandas
de AllTrials son muy concretas: 1) todos los ensayos clínicos deberían
estar registrados con un resumen del protocolo antes de su realización;
2) una vez finalizado el estudio, en el plazo máximo de un año se tiene
que hacer público un resumen de los resultados; y 3) el informe
completo del ensayo clínico también debe ser facilitado públicamente una
vez elaborado. Suena razonable. Teniendo en cuenta que los ciudadanos
prestan su consentimiento a ingresar en un estudio confiando en que los
datos resultantes tendrán una utilidad práctica para la sociedad, se
entiende que mantenerlos en secreto quiebra gravemente el acuerdo
implícito de confianza entre participantes y responsables de la
investigación.
La reivindicación de una mayor transparencia canalizada por AllTrials
ha tenido repercusión en distintos foros. Como se avanzaba en una anterior entrada de este blog,
el Parlamento Europeo ha adoptado una nueva normativa de ensayos
clínicos que incluye la obligatoriedad de registro y rápida publicación
del resumen de resultados para todos los ensayos con fármacos realizados
en Europa. Por su parte, la EMA también parece haber dado marcha atrás en la restringida política de acceso a documentos que últimamente había adoptado, coincidiendo con la interposición de pleitos judiciales
contra ella por parte de varias compañías farmacéuticas. En este
sentido es necesario reconocer que también algunos representantes de la
industria comienzan a sumarse a este movimiento con avances tangibles,
ejemplificados por la web ClinicalStudyDataRequest.com. Las últimas organizaciones hasta el momento en dar pasos específicos han sido la OMS,
decidida a impulsar una política global de acceso público a resultados
de ensayos clínicos, y los Institutos Nacionales de la Salud (NIH)
americanos, quienes han iniciado el procedimiento para, entre otras
decisiones, ampliar la cobertura de ensayos clínicos obligados a volcar
su información en el portal ClinicalTrials.gov.
Todo parece indicar que nos encontramos ante un cambio irreversible
en el modo de concebir las buenas prácticas de la investigación clínica.
Sin embargo el camino a recorrer apenas se ha iniciado, quedando
pendientes retos de verdadera envergadura.
Más que nunca son hoy necesarios reguladores dispuestos a supervisar
eficazmente que se cumplen las nuevas leyes de transparencia,
financiadores que condicionen la ayuda al registro inicial y publicación
de resultados, así como editores exigentes en la solicitud a los
autores del indispensable protocolo previo. A ello añadiríamos comités
éticos capaces de asumir con mayor vigor la tarea de reclamar a los
promotores la publicación de los datos derivados del ensayo y
universidades que, al firmar el contrato, defiendan junto al
investigador el derecho a acceder y publicar los datos.
Decíamos antes que los estudios más actuales, con moléculas de
reciente aparición en el mercado, tienden a presentar un menor sesgo de
publicación. No obstante, esta porción de evidencia científica
representa aún una fracción muy limitada de aquella que profesionales
sanitarios y gestores utilizan hoy en día para tomar decisiones.
Precisamente éste es el caballo de batalla
en el que AllTrials se halla ahora plenamente involucrado, conseguir el
afloramiento de antiguos ensayos donde los fármacos protagonistas son
utilizados en la actualidad. Un caso paradigmático sería el que
concierne a Tamiflu
(Oseltamivir), adquirido masivamente en Europa en el contexto de la
pandemia de gripe A del año 2009. Sólo en el Reino Unido se destinaron
500 millones de libras al almacenamiento de antivirales, cuya supuesta
eficacia en la prevención de la transmisión del virus y la reducción de
complicaciones graves no ha podido hasta la fecha ser corroborada por
investigadores independientes con acceso a los estudios originales de
Roche.
En la actualidad son los nuevos antivirales dirigidos al tratamiento
de la hepatitis C quienes están en boca de todos. ¿Cómo no va a ser del
máximo interés facilitar el acceso a la totalidad de sus estudios, de
modo que fuentes independientes puedan complementar con su juicio la
visión del resto de estamentos implicados? Sin duda, los pacientes, los
clínicos, los gestores y la propia sociedad bien lo merecen. Dicho esto,
y contra lo que se podría pensar, hay que subrayar que los proyectos de investigación no patrocinados por la industria
también muestran unas tasas preocupantes de no publicación. La
disfunción del sistema es global y globalmente tienen que enfocarse las
soluciones.
Los farmacéuticos de atención primaria tratamos de aportar
información completa y rigurosa sobre medicamentos. Personalmente, tomar
conciencia de que mis sesiones, boletines, protocolos y respuestas a
consultas clínicas se han venido basando en tan sólo el 50% de la
evidencia potencialmente disponible no me llena, como diría aquel, ni de
orgullo ni de satisfacción. Un ensayo clínico oculto o incompleto se
convierte en un reprobable ensayo ‘cínico’. Es posible que otros
profesionales del ámbito sanitario, e incluso sociedades científicas
como la misma SEFAP, compartan este mismo sentimiento conduciéndoles a suscribir la petición
de AllTrials e implicándose activamente en su consecución. En el empeño
nos la jugamos todos y en especial los pacientes pues, sin información
veraz, el edificio de la terapéutica tiene la misma consistencia que un
castillo de arena, con el agravante de no parecerse en nada a un juego
de niños.
Entrada elaborada por Luis Carlos Saiz Fernández
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