Aunque
en general son bien tolerados a corto plazo, los inhibidores de la
bomba de protones (IBP), cuando se utilizan de manera regular y en
tratamientos prolongados pueden asociarse a determinadas situaciones de
riesgo que, aun que poco frecuentes, pueden llegar a ser graves,
como fracturas, infecciones intestinales, neumonía o hipomagnesemia.
Los inhibidores de la bomba de protones (IBP), también pueden alterar la absorción de vitamina B12. Para una correcta absorción es esencial la acción del ácido gástrico que a nivel estomacal permite liberar a la vitamina de las proteínas ingeridas. Una vez en forma libre la vitamina B12, se unirá al factor intrínseco y se absorberá en la parte terminal del íleo. La supresión de la secreción de ácido gástrico producida por los IBP, y también por los antihistamínicos H2, puede dar a situaciones de malabsorción de la vitamina B12.
El déficit de vitamina B12 es frecuente en personas de edad avanzada. Un déficit prolongado de vitamina B12 se puede manifestar por alteraciones cutáneas (hiperpigmentación, vitíligo), gastrointestinales (glositis, ictericia), hematológicas (anemia macrocítica o megaloblástica, trombocitopenia) y neuropsiquiátricas (trastorno cognitivo o de la marcha, irritabilidad, neuropatía periférica, debilidad).
Los resultados de los estudios en personas de edad avanzada sobre la relación entre el uso de fármacos inhibidores de la secreción ácida gástrica y déficit de vitamina B12 han sido discordantes, y hay quien argumenta que esto puede ser debido al bajo número de participantes. Los resultados de un reciente estudio de casos y controles, realizado a mayor escala (se compararon 25.956 pacientes con déficit de vitamina B12 con 184.199 pacientes sin déficit de la vitamina) y con un periodo de seguimiento más amplio que los anteriores (durante 2 años o más), muestran que el uso prolongado de fármacos que inhiben la producción de ácido gástrico, tanto los IBP como los antihistamínicos H2, se asocia a un aumento del diagnóstico de déficit de vitamina B12. Para los IBP, la dosis más alta se asociaron con niveles más acusados de déficit de vitamina B12. La magnitud de la asociación era más fuerte en mujeres y en los grupos más jóvenes. El uso IBP comportó situaciones de riesgo más altas (OR=1,65) que con los antihistamínicos H2 (OR=1,25) y con clara tendencia a disminuir una vez interrumpido el tratamiento. No se observó una tendencia significativa al aumentar la duración de uso.
En caso de ser necesario un tratamiento con estos fármacos es recomendable utilizar la dosis más baja posible que alivie los síntomas (como omeprazol 10 mg al día) o de manera intermitente según los síntomas (omeprazol 10–20 mg al día cuando sea necesario) y evaluar de manera periódica la necesidad de un tratamiento a largo plazo y considerar los riesgos, sobre todo en las personas de edad avanzada con elevada comorbididad. Con los datos disponibles, no se recomienda la vigilancia de las concentraciones de vitamina B12 ni la administración profiláctica de suplementos de vitamina B12 en todos los pacientes tratados. Sí parece prudente, sin embargo, una supervisión periódica de los niveles de vitamina B12 en los pacientes en tratamiento prolongado y con más riesgo de déficit, como las personas de edad avanzada.
Los inhibidores de la bomba de protones (IBP), también pueden alterar la absorción de vitamina B12. Para una correcta absorción es esencial la acción del ácido gástrico que a nivel estomacal permite liberar a la vitamina de las proteínas ingeridas. Una vez en forma libre la vitamina B12, se unirá al factor intrínseco y se absorberá en la parte terminal del íleo. La supresión de la secreción de ácido gástrico producida por los IBP, y también por los antihistamínicos H2, puede dar a situaciones de malabsorción de la vitamina B12.
El déficit de vitamina B12 es frecuente en personas de edad avanzada. Un déficit prolongado de vitamina B12 se puede manifestar por alteraciones cutáneas (hiperpigmentación, vitíligo), gastrointestinales (glositis, ictericia), hematológicas (anemia macrocítica o megaloblástica, trombocitopenia) y neuropsiquiátricas (trastorno cognitivo o de la marcha, irritabilidad, neuropatía periférica, debilidad).
Los resultados de los estudios en personas de edad avanzada sobre la relación entre el uso de fármacos inhibidores de la secreción ácida gástrica y déficit de vitamina B12 han sido discordantes, y hay quien argumenta que esto puede ser debido al bajo número de participantes. Los resultados de un reciente estudio de casos y controles, realizado a mayor escala (se compararon 25.956 pacientes con déficit de vitamina B12 con 184.199 pacientes sin déficit de la vitamina) y con un periodo de seguimiento más amplio que los anteriores (durante 2 años o más), muestran que el uso prolongado de fármacos que inhiben la producción de ácido gástrico, tanto los IBP como los antihistamínicos H2, se asocia a un aumento del diagnóstico de déficit de vitamina B12. Para los IBP, la dosis más alta se asociaron con niveles más acusados de déficit de vitamina B12. La magnitud de la asociación era más fuerte en mujeres y en los grupos más jóvenes. El uso IBP comportó situaciones de riesgo más altas (OR=1,65) que con los antihistamínicos H2 (OR=1,25) y con clara tendencia a disminuir una vez interrumpido el tratamiento. No se observó una tendencia significativa al aumentar la duración de uso.
En caso de ser necesario un tratamiento con estos fármacos es recomendable utilizar la dosis más baja posible que alivie los síntomas (como omeprazol 10 mg al día) o de manera intermitente según los síntomas (omeprazol 10–20 mg al día cuando sea necesario) y evaluar de manera periódica la necesidad de un tratamiento a largo plazo y considerar los riesgos, sobre todo en las personas de edad avanzada con elevada comorbididad. Con los datos disponibles, no se recomienda la vigilancia de las concentraciones de vitamina B12 ni la administración profiláctica de suplementos de vitamina B12 en todos los pacientes tratados. Sí parece prudente, sin embargo, una supervisión periódica de los niveles de vitamina B12 en los pacientes en tratamiento prolongado y con más riesgo de déficit, como las personas de edad avanzada.
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