Un día, mientras se encontraba tranquilamente
pasando visita, irrumpe en la consulta María que, muy angustiada y entre
llantos, le comunica que acaban de encontrar a su hermana Remedios muerta en su
domicilio.
Raquel conocía muy bien a Remedios, una
paciente de 45 años que padecía una depresión de evolución tórpida, en
tratamiento con varios antidepresivos y en seguimiento por la Unidad de Salud Mental.
También recordaba a María, porque solía acudir a consulta acompañando a su
hermana y también porque en una ocasión había comentado que la culpa de que su
hermana no mejorase la tenía el marido, porque siempre le había hecho sufrir
mucho.
Remedios no negaba la mala relación
con su marido, pero en ningún momento lo llegó a responsabilizar de su mal
estado psicológico. Solo en una ocasión, había manifestado que su marido le
había quitado la ilusión y las ganas de seguir viviendo, pero nunca había
presentado ideas ni conductas autolíticas. No padecía de otras enfermedades ni
presentaba factores de riesgo cardiovascular.
Dado lo urgente de la situación, Raquel
avisó a su tutora para que siguiera pasando la consulta y acudió inmediatamente
al domicilio acompañada de María, para comprobar y certificar el fallecimiento.
Durante el trayecto, María no dejaba de repetir que su cuñado tenía la culpa y
que era una mala persona. “Es capaz hasta
de haberla matado”, llegó a comentar. También le manifestó a Raquel, que
estaba muy preocupada por la reacción de su sobrina, única hija de su hermana,
estudiante de primer curso de derecho y
que siempre ha sido muy nerviosa y ha estado muy unida a su madre.
Ya en el domicilio, Raquel comprueba
que Remedios ha fallecido e inspecciona el cadáver, que se encuentra frío y sin
signos aún de rigidez. No encuentra signos de violencia, ni tampoco indicios de
que pudiera tratarse de un suicidio.
El marido la fallecida, que estaba
sorprendentemente tranquilo, explicó a Raquel que ellos dormían desde hacía
tiempo en habitaciones separadas y que esa mañana cuando se levantó no la
encontró en la cocina, como era habitual, la llamó varias veces y al no recibir
respuesta, acudió a su dormitorio y la encontró en la cama sin conocimiento,
por lo que subió corriendo a avisar a su cuñada al piso de arriba, “aunque ya sabía que estaba muerta, porque estaba
igual que como me encontré a mi madre cuando murió”, comentó.
Algo resultaba extraño en todo
aquello y no quedaba claro que se tratara de un suicidio, por lo que Raquel,
decidió telefonear a su tutora para
explicarle con detalle la situación y pedir su asesoramiento. La tutora le
comentó que fuera avisando al médico forense y que volviera al centro de salud
para analizar la situación y discutir el correcto proceder en esos casos.
Analiza
esta situación y documenta los argumentos.
Revisa los
procedimientos y la normativa sobre la certificación de la muerte y la emisión
del correspondiente certificado de defunción. Revisa las actuaciones que, como
médicos de familia, debemos tener cuando analizamos el cadáver y el escenario
de una muerte inesperada. Analiza dos posibles cursos de acción, certificar y no certificar la muerte, y describe los procedimientos a seguir tanto en un caso como en otro. Reflexiona además sobre cómo crees que debe ser la mejor manera de manejar la comunicación con la familia en ambos casos.
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