miércoles, 17 de septiembre de 2014

Foro de Medicina de Familia "La Laguna-Tenerife Norte". … y la tutora le indica que llame al forense

Raquel es una médico residente, muy comprometida con sus pacientes, que está cursando el cuarto año de la especialidad de medicina de familia, en el centro de salud de Tajinaste.
Un día, mientras se encontraba tranquilamente pasando visita, irrumpe en la consulta María que, muy angustiada y entre llantos, le comunica que acaban de encontrar a su hermana Remedios muerta en su domicilio.
Raquel conocía muy bien a Remedios, una paciente de 45 años que padecía una depresión de evolución tórpida, en tratamiento con varios antidepresivos y en seguimiento por la Unidad de Salud Mental. También recordaba a María, porque solía acudir a consulta acompañando a su hermana y también porque en una ocasión había comentado que la culpa de que su hermana no mejorase la tenía el marido, porque siempre le había hecho sufrir mucho.
Remedios no negaba la mala relación con su marido, pero en ningún momento lo llegó a responsabilizar de su mal estado psicológico. Solo en una ocasión, había manifestado que su marido le había quitado la ilusión y las ganas de seguir viviendo, pero nunca había presentado ideas ni conductas autolíticas. No padecía de otras enfermedades ni presentaba factores de riesgo cardiovascular.
Dado lo urgente de la situación, Raquel avisó a su tutora para que siguiera pasando la consulta y acudió inmediatamente al domicilio acompañada de María, para comprobar y certificar el fallecimiento. Durante el trayecto, María no dejaba de repetir que su cuñado tenía la culpa y que era una mala persona. “Es capaz hasta de haberla matado”, llegó a comentar. También le manifestó a Raquel, que estaba muy preocupada por la reacción de su sobrina, única hija de su hermana, estudiante de primer curso de derecho  y que siempre ha sido muy nerviosa y ha estado muy unida a su madre.
Ya en el domicilio, Raquel comprueba que Remedios ha fallecido e inspecciona el cadáver, que se encuentra frío y sin signos aún de rigidez. No encuentra signos de violencia, ni tampoco indicios de que pudiera tratarse de un suicidio.
El marido la fallecida, que estaba sorprendentemente tranquilo, explicó a Raquel que ellos dormían desde hacía tiempo en habitaciones separadas y que esa mañana cuando se levantó no la encontró en la cocina, como era habitual, la llamó varias veces y al no recibir respuesta, acudió a su dormitorio y la encontró en la cama sin conocimiento, por lo que subió corriendo a avisar a su cuñada al piso de arriba, “aunque ya sabía que estaba muerta, porque estaba igual que como me encontré a mi madre cuando murió”, comentó.
Algo resultaba extraño en todo aquello y no quedaba claro que se tratara de un suicidio, por lo que Raquel, decidió telefonear  a su tutora para explicarle con detalle la situación y pedir su asesoramiento. La tutora le comentó que fuera avisando al médico forense y que volviera al centro de salud para analizar la situación y discutir el correcto proceder en esos casos.
Analiza esta situación y documenta los argumentos. 
Revisa los procedimientos y la normativa sobre la certificación de la muerte y la emisión del correspondiente certificado de defunción. Revisa las actuaciones que, como médicos de familia, debemos tener cuando analizamos el cadáver y el escenario de una muerte inesperada.  
Analiza dos posibles cursos de acción, certificar y no certificar la muerte, y describe los procedimientos a seguir tanto en un caso como en otro. Reflexiona además sobre cómo crees que debe ser la mejor manera de manejar la comunicación con la familia en ambos casos. 
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