La prescripción de medicamentos durante el embarazo es una práctica bastante común. Se estima que alrededor del 80 % de las embarazadas utilizan al menos un medicamento
durante el estado de gestación. La transmisión de la información
adecuada a este grupo de pacientes por parte de los profesionales
sanitarios es esencial para evitar conductas de riesgo bastante
frecuentes como son la automedicación o el abandono del tratamiento
instaurado para ciertas patologías por miedo a dañar el feto.
A pesar de que no son muchos los fármacos
que se han mostrado teratógenos de forma concluyente para la especie
humana, la falta de ensayos clínicos en mujeres embarazadas exige
proceder con mucha prudencia. La única información de la que
disponemos procede de la experiencia clínica o de ensayos en animales
cuyos resultados no son extrapolables al hombre. Recordemos el caso de
la tristemente célebre talidomida, la
cual, pese a no haber mostrado teratogenicidad
en animales, acabó protagonizando una de las mayores tragedias de la
medicina moderna. Finalmente, debemos tener presente que entre un 2-3% de los neonatos presentan anomalías congénitas y de estas, entre el 2 y el 5%, son atribuidas al consumo de fármacos.
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