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La neuropatía periférica es un motivo de consulta habitual en Atención Primaria, especialmente en pacientes de edad avanzada o con enfermedades metabólicas crónicas. El término engloba un conjunto heterogéneo de trastornos que afectan a los nervios periféricos, responsables de transmitir impulsos motores, sensitivos y autonómicos entre el sistema nervioso central y el resto del organismo.
Su reconocimiento precoz es esencial: una exploración clínica sistemática puede revelar signos iniciales que orienten hacia una causa tratable o reversible, evitando la progresión del daño nervioso. En el contexto de Atención Primaria, las neuropatías más frecuentes son de origen metabólico (diabetes, déficit vitamínico, alcoholismo), aunque también pueden deberse a fármacos, infecciones, enfermedades autoinmunes o procesos paraneoplásicos.
Desde el punto de vista conceptual, conviene distinguir entre varios términos frecuentemente usados como sinónimos pero que tienen significados diferentes:
- Neuropatía periférica: alteración de uno o varios nervios periféricos de cualquier etiología, con afectación sensitiva, motora o autonómica.
- Polineuropatía: afectación simétrica y generalizada de múltiples nervios, habitualmente con inicio distal y progresión proximal (“patrón en guante y calcetín”).
- Mononeuropatía: lesión localizada de un solo nervio (por ejemplo, síndrome del túnel carpiano).
- Mononeuropatía múltiple: afectación asimétrica y multifocal de varios nervios no contiguos, frecuente en vasculitis sistémicas.
El conocimiento de estos patrones clínicos ayuda a orientar el diagnóstico diferencial. Mientras las polineuropatías simétricas suelen reflejar un proceso sistémico, las mononeuropatías y las multifocales obligan a descartar causas estructurales o inflamatorias.
La prevalencia estimada de neuropatía periférica en la población general oscila entre el 2 % y el 8 %, aumentando hasta el 25–30 % en mayores de 65 años y superando el 50 % en pacientes con diabetes de larga evolución. En Atención Primaria, la identificación de estos cuadros depende en gran medida de la valoración clínica inicial, dado que muchas formas leves o subclínicas pueden pasar inadvertidas sin una exploración dirigida.
El objetivo de este artículo es ofrecer una guía práctica de evaluación básica para el médico de familia, revisando los patrones clínicos más comunes, las principales causas y las pruebas complementarias iniciales recomendadas para orientar el diagnóstico y definir cuándo es necesaria la derivación a Neurología.
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