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La deficiencia de insulina, a menudo agravada por la resistencia a la insulina, da lugar a la diabetes mellitus tipo 2 (DM2). Con la disponibilidad de agonistas del receptor del péptido similar al glucagón 1 e inhibidores del cotransportador de sodio-glucosa 2, el tratamiento con insulina (BI) basal ya no es la opción de primera línea después de que la modificación del estilo de vida más los agentes orales sean insuficientes. A diferencia de la BI, los medicamentos más nuevos requieren una titulación menor, reducen la hiperglucemia de manera dependiente de la glucosa y reducen el peso corporal. Es importante destacar que los agentes más nuevos reducen los eventos cardiorrenales a corto plazo. No obstante, la terapia con insulina sigue desempeñando un papel clave en el control de la hiperglucemia y, por lo tanto, en la prevención a largo plazo de las complicaciones vasculares. Su uso es esencial en muchas circunstancias, incluidas las emergencias metabólicas, la aparición de nueva diabetes, la diabetes autoinmune latente (LADA), el embarazo y cuando otros agentes son menos deseables debido a comorbilidades. La BI es necesaria en la condición frecuente de fracaso de otras terapias para mantener la HbA1c para dirigirse y/o la intolerancia a las mismas. La combinación de BI con los medicamentos más nuevos tiene varias ventajas debido a sus mecanismos de acción diferentes pero complementarios, principalmente, la dosis más baja de cada uno, lo que mejora la adherencia y los resultados, al tiempo que disminuye los efectos secundarios. Las opciones múltiples para uso único o combinado pueden satisfacer mejor la variedad de fenotipos clínicos en la heterogénea población con DM2, utilizando los principios de la medicina de precisión.
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