En los últimos años se observa un importante consumo de complementos alimenticios y multivitamínicos en la población (vitaminas, minerales, aminoácidos, ácidos grasos esenciales, fibras, extractos de plantas ) debido a la creencia de que mejoran la salud general y reducen el riesgo de desarrollar afecciones crónicas. En España su consumo también está bastante extendido. Una encuesta de la OCU1 sobre suplementos dietéticos y alimenticios publicada en 2021 en base a una encuesta realizada a más de 1.000 personas, muestra que el 42% de la población encuestada había tomado complementos en los últimos 12 meses y que 4 de cada 10 personas recurre a estos productos, a menudo sin la supervisión de un profesional sanitario (una cuarta parte los empezaron a tomar sin consultar a nadie). Los más frecuentemente utilizados son los suplementos vitamínicos (85% de los casos), seguidos de los que aportan minerales (36%) y ácidos grasos esenciales (35%), así como los probióticos (34%) y los suplementos proteínicos (22%). Los dos motivos principales para consumir suplementos alimenticios son potenciar el sistema inmunitario y sentir más vitalidad (62% de las personas encuestadas). Además, el gasto en suplementos no es nada desdeñable: un 23% de los consumidores ha pagado más de 151 euros por ellos en el último año1 . Los datos sugieren asimismo que una buena parte de la población tiene ideas equivocadas sobre estos productos tendiendo a considerarlos beneficiosos e inocuos. Sin embargo, la eficacia de la suplementación con vitaminas en la prevención de patologías crónicas no se ha confirmado en la mayoría de los casos2 . Por otra parte, no están exentos de posibles efectos adversos y toxicidad con dosis altas (especialmentecpn las vitaminas liposolubles: A, D y E), además de posibles problemas de interacciones, retrasos en el uso de terapias más efectivas, aumento de la carga medicamentosa que pueda tener un paciente junto con un alto coste económico. No hay que olvidar que una dieta variada y equilibrada con alto contenido en frutas y vegetales, como la mediterránea, no necesita suplementos2-4. Por todo ello, las y los profesionales sanitarios pueden ayudar a sus pacientes a tomar una decisión sobre el uso de estos complementos nutricionales informando adecuadamente sobre el balance entre los riesgos, beneficios, inconvenientes, además de incluir en su historia clínica el consumo de estos productos si los hubiera, y comunicar las sospechas de posibles efectos adversos si se detectaran3 . El objetivo de este boletín es revisar la eficacia y seguridad de la suplementación con vitaminas y minerales en la prevención de patologías concretas en población general y en poblaciones específicas (embarazo, población pediátrica, personas con dietas restrictivas y pacientes sometidos a cirugía bariátrica)
IDEAS CLAVE
• Las personas sin problemas de salud concretos no deben consumir suplementos de vitaminas y minerales.
• Aunque buena parte de la población tiende a considerar los micronutrientes beneficiosos e inocuos, su eficacia en la prevención de patologías crónicas no se ha confirmado en la mayoría de los casos y pueden ocasionar efectos adversos.
• Los profesionales sanitarios deberían informar sobre el balance entre los riesgos, beneficios, inconvenientes y costes de estos complementos nutricionales/vitaminas.
• Es importante recomendar un estilo de vida saludable y mantener una dieta equilibrada para evitar déficits de micronutrientes.
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