El tema de los biomarcadores me preocupa. Lo comenté con el diagnóstico y seguimiento de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y ahora vuelvo con una entidad, que dentro de la diabetes (DM), me atrae, el hígado graso (NAFLD, Non-Alcoholic Fatty Liver Disease), por su evolución en su inflamación, la esteatohepatitis (NAFLAD,) y su complicación mayor, la fibrosis hepática y la cirrosis.
Un estudio prospectivo de Castera L et al ( Diabetes Care. 2023), reciente y comentado en el blog de la red GDPS, analizando 713 personas con diabetes se observó en aquellos en los que los niveles de alanina aminotransferasa (ALT) fueron persistentes (más de 20 UI/L en mujeres o más de 30 UI/L en varones, poco me parece) y sin hepatopatía previa, y a los que se les realizó una biopsia hepática, que presentaban una prevalencia del NASH del 58% , de fibrosis avanzada del 38% y de cirrosis (10%), datos sorprendentes por lo elevados.
Con
ello mostraron como el ALT sería útil para identificar de pacientes con
NASH e incluso fibrosis avanzada, aunque se precisaran otras pruebas
como Fibrosis-4 (FIB-4) o elastografía transitoria controlada por
vibración (ETVC) con las que afinar el diagnóstico.
Y es que para
someter a una biopsia a un paciente sin más se deben contar con
biomarcadores más precisos con un mayor valor predictivo positivo habida
cuenta el riesgo inherente de la prueba.
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