La prolongación del intervalo QT del electrocardiograma (ECG) como efecto adverso de un medicamento se describió por primera vez en los años sesenta del S. XX en relación con la quinidina e inicialmente se asoció con ciertos antiarrítmicos. En la actualidad, la lista de fármacos en que se ha descrito capacidad para alterarlo a dosis terapéuticas es extensa e incluye medicamentos de uso común (como antieméticos, antibióticos, antihistamínicos o psicofármacos), encontrándose dicha relación en continua revisión y crecimiento. La prolongación del intervalo QT puede predisponer a la aparición de eventos arrítmicos como taquicardia ventricular polimórfica, Torsade de Pointes (TdP) y muerte súbita de origen cardiaco.
La incidencia real de síndrome de QT largo (SQTL) de causa farmacológica es incierta, ya que en la mayor parte de ocasiones cursa de forma asintomática, y es difícil cuantificar el riesgo, tanto absoluto como comparativo de ciertos principios activos y combinaciones terapéuticas. Aunque la incidencia aislada de TdP para un determinado fármaco se estima un evento de muy baja casuística, debido a sus potenciales consecuencias supone un problema relevante cuando se trata de medicamentos de amplio uso a nivel poblacional, especialmente en el contexto de auge de la polimedicación 1 . En un estudio en Países Bajos, el uso de cualquier medicamento con capacidad para prolongar el intervalo QT fue asociado con un riesgo significativamente mayor de muerte súbita de origen cardiaco (OR 2,7), habiéndose observado el mayor riesgo con fármacos antipsicóticos (OR 5,0).
La capacidad para prolongar el intervalo QT es un hecho que debe ser tenido en cuenta tanto en la autorización de nuevos medicamentos como en su prescripción, ya que el uso de determinados principios activos, especialmente en determinadas circunstancias, puede tener una relación beneficio-riesgo desfavorable 1 . Las agencias reguladoras exigen la identificación de este riesgo durante las fases de investigación preclínica y clínica. De hecho, la prolongación del intervalo QT, con o sin efecto proarrítmico es, junto a la hepatotoxicidad, la causa más frecuente de retirada de fármacos del mercado. En los últimos años se han retirado por este motivo principios activos como cisaprida, astemizol, terfenadina o grepafloxacino. Asimismo, la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) ha publicado alertas de seguridad relativas a citalopram, escitalopram, ondansetrón, domperidona e hidroxizina en relación con el riesgo de producir prolongación del intervalo QT de forma dependiente de la dosis.
El objetivo de este boletín es dar a conocer información sobre medicamentos con riesgo de prolongación del intervalo QT y contribuir a optimizar su uso. Posteriormente a su publicación será implementada una nueva herramienta de ayuda en el módulo de prescripción relacionada en el entorno de MPRE.
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