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La atención comunitaria es un elemento esencial para la mejora de la salud de la población y un factor determinante de la calidad de la atención primaria; con la atención individual no es suficiente para cubrir las necesidades de salud de la población. En este momento son varias las comunidades autónomas que se encuentran elaborando su estrategia de salud comunitaria a partir del documento de «Recomendaciones para el diseño de estrategias de salud comunitaria en atención primaria a nivel autonómico»1. Este documento se ha elaborado en el contexto del «Marco estratégico para la atención primaria y comunitaria»2, así como del «Plan de Acción de Atención Primaria 2022-2023»3.
Por otro lado, el Ministerio de Sanidad acaba de publicar una guía titulada «La brújula comunitaria. Orientaciones didácticas en acción comunitaria para ganar salud»4, que junto a la ya conocida guía «Acción comunitaria para ganar salud»5 serán herramientas para desarrollar acciones comunitarias que permitan ganar salud y bienestar.
A nuestra salud la pueden afectar muchos factores que normalmente no tenemos en cuenta, como son: nuestros estilos de vida, lo que comemos, las relaciones sociales que mantenemos, la educación, el trabajo o el sistema sanitario. Son los determinantes sociales de la salud, que pueden distribuirse de manera desigual en la población produciendo inequidades en salud. El proceso de socialización se inicia con el nacimiento y se desarrolla a lo largo de toda la vida. Los principales agentes de socialización son la familia, la escuela, los grupos de pares, los colectivos de trabajo y otros grupos a los que pertenecemos (organizaciones políticas, organizaciones sociales, voluntariado…). Otros poderosos agentes de socialización son los medios de comunicación y redes sociales que contribuyen a la creación y mantenimiento de imagen y valoración social.
La salud y el bienestar de los niños dependen de la capacidad de las familias y del sistema de apoyo comunitario para proporcionar un desarrollo físico y emocional positivo. Actualmente, los mayores peligros para la salud de los niños son las nuevas enfermedades que surgen de los problemas que no pueden ser resueltos de forma adecuada solo con el modelo clínico tradicional, como son la obesidad infantil, el abuso de pantallas, de alcohol y de sustancias, los riesgos ambientales, las cifras desproporcionadamente altas de alteraciones conductuales, el fracaso escolar, las lesiones intencionadas, las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos no deseados o las disfunciones familiares que impide el acceso a un hogar sano.
Para abordar los determinantes sociales que originan estos problemas de salud es fundamental trabajar con la orientación comunitaria buscando la corresponsabilidad por la salud de la comunidad para optimizar la salud y la calidad de vida de las personas que viven, trabajan o están en la comunidad. La atención comunitaria tiene estrechas relaciones con la promoción de salud y se puede realizar en tres niveles4:
- 1.
A nivel individual y familiar: «pasar consulta mirando a la calle». Se trata de pasar consulta teniendo en cuenta los contextos, biografías y determinantes sociales. Todo el equipo de atención primaria (AP) debería incorporar el abordaje biopsicosocial y la orientación comunitaria en su práctica diaria.
- 2.
A nivel grupal: «educación para la salud (EPS) grupal trabajando sobre las causas de las causas». La EPS se trabaja con grupos de personas promoviendo acciones educativas, teniendo en cuenta las necesidades detectadas y las características de esta población. Se trata de invitar a la reflexión, de potenciar el desarrollo de habilidades que den respuesta a los problemas e intereses de las personas y de buscar el fortalecimiento de los recursos personales por medio del aprendizaje significativo entre iguales y el fomento del autocuidado.
- 3.
A nivel colectivo: «el centro de salud no es el único centro de salud». En este nivel se trabaja, de forma intersectorial, con agentes del territorio local que tienen un papel relevante para mejorar el bienestar de la comunidad. Se trata de que el pediatra participe en un proceso de acción comunitaria que ya exista o que lo tenga que liderar. Es fundamental incorporar el enfoque salutogénico (mirar a la salud en positivo desde aquello que la genera y hace que las personas, las familias y las comunidades aumenten el control sobre su salud y la mejoren) y de los activos para la salud (factores o recursos que generan salud y bienestar y que son reconocidos como tal por la comunidad) para comprender la salud en toda su complejidad. Para ello es fundamental la participación ciudadana, el trabajo intersectorial y multidisciplinar, e intervenir con perspectiva de equidad sobre los determinantes de la salud y la enfermedad.
Estos tres niveles deben formar parte de las estrategias de salud comunitaria garantizando un enfoque a los determinantes sociales de la salud, al empoderamiento, a la corresponsabilidad, a la desmedicalización, a la prescripción social, a la participación, a la evaluación y a la equidad. El nivel de desarrollo e implicación es variable en los equipos de AP: desde los que básicamente están centrados en la población demandante, hasta los implicados en proyectos comunitarios como proyecto de equipo.
El pediatra es un elemento clave para capacitar a las personas y a la comunidad para que opte por hábitos saludables y potenciar el autocuidado. Como profesionales sanitarios, durante mucho tiempo hemos valorado la salud solo en su sentido estrictamente biológico, sin tener en cuenta la influencia que otros determinantes (económicos, ambientales, educativos, etc.) tienen en ella. La atención primaria supone entender que el origen de una enfermedad puede estar relacionada en algunos casos con ese lugar donde vivimos y cómo vivimos y que, en todos los casos, la evolución de la enfermedad va a estar influida por nuestro contexto cultural, social y económico. Resulta especialmente relevante para los pediatras fortalecer nuestro papel como pediatras comunitarios y prepararse para ello, igual que nos formamos para desempeñar el papel clínico tradicional.
En atención primaria tenemos una gran cantidad de información de la vida y del contexto de nuestros pacientes y sus familias, importante para entender los problemas de salud desde un modelo de determinantes sociales. Es necesario integrar el abordaje biopsicosocial y trabajar con el enfoque salutogénico, contando con los activos para la salud de la comunidad y con los recursos comunitarios, promoviendo vínculos entre ellos, y no solo con recursos sanitarios. Se requiere una apuesta política y estratégica que permita una AP de calidad con orientación comunitaria.
FinanciaciónAusencia de financiación.
Conflicto de interesesSin conflicto de intereses.
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