martes, 25 de octubre de 2022

(Gaceta Sanitaria) Cannabis recreativo y cannabinoides terapéuticos, ni mezclados ni agitados.

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Los recientes debates sobre la legalización del consumo recreativo del cannabis y su autorización para uso terapéutico están provocando confusión a diferentes niveles1–4. Los medios de comunicación, los responsables políticos e incluso parte de la comunidad científica están emitiendo mensajes contradictorios que provocan ideas erróneas en la opinión pública.

Con frecuencia se habla del cannabis como si fuera una sustancia con un único componente y un único efecto, y de su posible uso terapéutico como si fuera simplemente un efecto secundario del uso recreativo. Al mismo tiempo, no siempre se explicita que su consumo fumado no es inocuo ni recomendable5. Así, se mezclan los efectos del posible medicamento «cannabis» con los de la droga recreativa, lo cual provoca que llegue a la población un mensaje sesgado sobre los potenciales efectos de ambos6,7.

Es necesario aclarar los términos para delimitar los ámbitos de intervención. La sociedad ha convivido con los opiáceos diferenciando los derivados de uso medicinal, como la morfina, de los de uso recreativo, como la heroína (diacetilmorfina). El cannabis y los opiáceos no son drogas equiparables, pero intentemos que los mensajes de sus diferentes empleos se ajusten a los efectos esperados de una manera similar. Transmitamos a la población mensajes claros sobre el cannabis, en sus diferentes formas y usos.

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