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El parkinsonismo inducido por fármacos es la principal causa de parkinsonismo secundario en el mundo. Los principales agentes causantes son los antagonistas del receptor de la dopamina, pero hay muchos otros medicamentos que pueden estar implicados.
Se ha afirmado que el parkinsonismo inducido por fármacos (DIP) es la causa más prevalente de parkinsonismo secundario en la práctica clínica en el mundo occidental. Desde las primeras descripciones a principios de la década de 1950, la prevalencia de DIP parece estar aumentando y acercándose a la de la enfermedad de Parkinson idiopática (iPD), debido al envejecimiento de la población y al aumento de la polifarmacoterapia1. Los factores de riesgo para desarrollar DIP incluyen: edad avanzada, género femenino, dosis y duración del tratamiento, tipo de agente utilizado, deterioro cognitivo, síndrome de inmunodeficiencia adquirida, discinesia tardía y trastorno del movimiento preexistente2. En la mayoría de los pacientes el parkinsonismo es reversible al suspender el fármaco que lo ocasiona, aunque pueden pasar varios meses hasta resolverse completamente y en algunos pacientes incluso puede persistir. En este caso es necesario considerar la posibilidad de iPD que ha sido desenmascarada por el fármaco precipitante, y el tratamiento con agentes dopaminérgicos puede estar justificado3. El DIP afecta negativamente a la calidad de vida debido a mayor riesgo de producir discapacidad en pacientes mayores, y es potencialmente reversible4, lo que destaca la importancia del reconocimiento temprano de esta enfermedad.
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