https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8708917/
Los antibióticos como fármacos antibacterianos han salvado muchas vidas, pero también se han convertido en víctimas de su propio éxito. Su abuso generalizado reduce su eficacia antiinfecciosa y provoca el desarrollo de resistencia bacteriana. Además, la terapia antibiótica irracional contribuye a la disbiosis gastrointestinal, que aumenta el riesgo de desarrollar muchas enfermedades, incluidas las neurológicas y psiquiátricas. Una de las posibles opciones para restaurar la homeostasis es el uso de antibióticos orales que se absorben mal en el tracto gastrointestinal (p. ej., rifaximina alfa). Por lo tanto, la terapia con antibióticos puede provocar reacciones adversas neurológicas o psiquiátricas a los medicamentos que a menudo se consideran problemas que se pasan por alto y se subestiman. La neurotoxicidad inducida por fármacos se observa principalmente después de los betalactámicos y las quinolonas. La penicilina puede producir una amplia gama de disfunciones neurológicas, que incluyen encefalopatía, cambios de comportamiento, mioclonías o convulsiones. Su mecanismo patológico resulta de las alteraciones de la transmisión del ácido gamma-aminobutírico-GABA (debido a las similitudes moleculares entre la estructura del anillo β-lactámico y la molécula GABA) y el deterioro del funcionamiento de los receptores de benzodiacepinas (BZD). Sin embargo, por otro lado, los antibióticos también han sido estudiados por sus propiedades neuroprotectoras en el tratamiento de procesos neurodegenerativos y neuroinflamatorios (por ejemplo, enfermedades de Alzheimer o Parkinson). Por lo tanto, los antibióticos pueden convertirse en elementos prometedores de la terapia multidirigida para estas entidades.
lunes, 13 de junio de 2022
Molecules. Neurotoxicidad secundaria a tratamiento con antibióticos
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