Las últimas décadas han visto como la medicina basada en la evidencia se ha convertido en uno de los pilares esenciales que apoyan la toma de decisiones clínicas. Yo mismo he criticado que esta perspectiva sea la guía única y absoluta y he señalado que hay que compaginarla con una perspectiva más humanista. Así también he criticado que a veces el problema es “la evidencia que no está”, ya sea por el poco interés por realizar investigación en un campo concreto o, también, por los sesgos en los métodos de evaluación de resultados que hacen que estos sean poco generalizables. Pero es innegable que la evaluación de los resultados, sea en salud, en experiencia de las personas o en sostenibilidad del sistema de bienestar, nos ha de servir para priorizar lo que realmente aporta valor, al mismo tiempo que debemos esforzarnos para avalarlo con métodos apropiados y con orientación pragmática. Por desgracia, sabemos que, en cuanto a políticas sanitarias, no siempre se tienen en cuenta los resultados para priorizar y decidir cómo invertir el dinero. Y en el campo de las personas de edad, con las que tenemos un déficit ético de investigación y evaluación, estas consideraciones están todavía más vigentes.
- Programas cortos y de cierta intensidad de ejercicio físico que utilizan pautas de ejercicio con máquinas de gimnasio durante un ingreso agudo de personas mayores y muy mayores mejoran los resultados de salud y funcionales en estudios aleatorizados y reducen las estancias hospitalarias, primero en su propio centro y posteriormente multicéntricas. Los vídeos que acompañan a la primera publicación, de señoras de más de 90 años con una neumonía aguda realizando ejercicio de fuerza del cuádriceps con una máquina de gimnasio, ¡son relevantes! Ambos trabajos fueron publicados en la revista JAMA Internal Medicine en los últimos tres años.
- La eficacia del ejercicio físico en la comunidad mediante una aplicación digital ad hoc para personas de edad, gratuita y diseñada para ”autoconsumo”, que permite individualizar las pautas de ejercicio en seguridad y con una mínima autoevaluación del estado físico y funcional. Mi grupo ha integrado este tipo de soluciones en un programa real y sin interrupciones (en marcha desde 2016 en el barrio de La Bordeta-Magòria de Barcelona) de reducción de la fragilidad en la comunidad con resultados positivos de mejora de la función física, el principal marcador de discapacidad observada.
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