martes, 29 de diciembre de 2020

SEN 2020 - De la anosmia a la hipogeusia: así se enfrenta la Neurología a las secuelas provocadas por la Covid-19.

La pandemia provocada por la Covid-19 suma ya más de 68 millones de contagios en todo el mundo y más de un millón y medio de muertos. La magnitud del desastre tras la aparición del coronavirus SARS-CoV-2 allá por el mes de diciembre en la ciudad china de Wuhan no sólo se puede medir a través de la cifra de infectados o fallecidos, sino también a través del esfuerzo realizado por la comunidad científica. En lo que llevamos de año, se han publicado más de 63.000 trabajos de investigación relacionados con el virus, un volumen nunca antes visto en la literatura médica en tan corto periodo de tiempo. 

Lo cierto es que, pese a la ingente cantidad de investigaciones que se han realizado, todavía existen muchos aspectos sobre el virus que desconocemos. “No todo tiene una explicación. Hay comunidades con poblaciones más pequeñas que la Comunidad de Madrid o Cataluña que tienen actualmente una incidencia mucho mayor. Es obligatorio que haya una investigación rigurosa”. Son palabras de Raúl Pelayo, neurólogo del Instituto Guttmann y miembro de la Sociedad Española de Neurorrehabilitación, que participó el pasado jueves en la ponencia ‘Neurorrehabilitación en tiempos de la pandemia de Covid-19’ que tuvo lugar durante la LXXII Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología. 

Pelayo, que introdujo la charla en la que se abordaron aspectos tales como la teleneurorrehabilitación o las secuelas provocadas a nivel neurológico por el coronavirus, hizo un exhaustivo repaso sobre las diferencias existentes con otros coronavirus como el SARS-CoV o el MERS-CoV, analizó las estrategias que se han realizado en los distintos países para contener el brote, y desmontó esa falsa dicotomía política en la que se propone elegir entre salvar la economía o la salud. “Los países en los que ha habido un mayor porcentaje de muertos por Covid-19 son también aquellos en los que se prevé una mayor caída del PIB. Existe una correspondencia, por lo que no podemos poner establecer esa balanza entre economía y salud”, advirtió. 

Tal y como recordó el neurólogo del Instituto Guttmann, la patogenia del virus tiene distintas fases. En la primera, el virus invade la célula. Existe otra fase en la que se produce una alteración del sistema renina angiotensina, con impacto en el sistema vascular y pulmonar. Posteriormente se desarrolla un fenómeno de inflamación que favorece los fenómenos tromboembólicos, y finalmente se produce una reacción inflamatoria desmedida y la famosa tormenta de citoquinas. “Además del pulmón, todas aquellas células que expresan conversión de angiotensina pueden estar afectadas: desde las células hepáticas hasta las renales”, subrayó el especialista.

Desde el punto de vista puramente neurológico, Pelayo advirtió de que son muchas las incógnitas que siguen existiendo sobre la consecuencias que puede tener el desarrollo del virus sobre el cerebro. “Todas las células cerebrales son susceptibles también de verse afectadas. De hecho, que se produzca una afectación alrededor del bulbo olfatorio es lo que explica que entre los síntomas del coronavirus se dé la anosmia inicial”, explicó. Es más, se han dado algunos casos de pacientes en los que esa anosmia inicial no ha desaparecido hasta meses después de haber padecido la Covid-19. El porqué sigue siendo una incógnita. 

Precisamente la neurorrehabilitación de las secuelas provocadas por el coronavirus fue otro de los focos en los que se centró la charla. Las manifestaciones neurológicas más habituales que han mostrado los enfermos tienen que ver con vértigos, cefaleas, delirium, alteraciones como la propia anosmia, la hipogeusia y hasta crisis epilépticas, lo que hace pensar que el virus no sólo afecta a nivel respiratorio, sino que también tiene una importante influencia a nivel neurológico, a la que a menudo se le da menos importancia. “Sabemos que muchos pacientes sometidos a ventilación mecánica y sedados no sólo presentan debilidad motriz, sino que tienen dificultades de memoria y trastornos del ánimo. Y estas secuelas, que se parecen a las de los pacientes que pasan por unidades de neurorrehabilitación, se mantienen en el tiempo y llegan a no curarse en algunos casos”, afirmó Sara Laxe, jefa del servicio de Rehabilitación del Hospital Clinic de Barcelona.

Laxe recordó que uno de los primeros manuales que sintetizó las afectaciones a nivel neurológico fue el promovido por la Sociedad Española de Neurología. En él se identifican tres grupos principales: las afectaciones relacionadas con el sistema nervioso central (cefaleas, mareos, ictus o epilepsias), las afectaciones del sistema nervioso periférico (pérdida de olfato y/o gusto), y un tercer grupo relacionado con mialgias o cuadros similares a una miopatía. Posteriormente, algunas revisiones sistemáticas publicadas durante estos meses han confirmado que los infartos cerebrales, el síndrome de Guillain Barré o las encefalopatías han sido los problemas neurológicos asociados a los casos graves de Covid-19 que se han dado con mayor frecuencia.

¿En qué han incidido los programas de rehabilitación en los pacientes que han sufrido Covid-19? ¿Se diferencian mucho de otras intervenciones? Según Laxe, no. “Cuando tratamos un desorden de conciencia, las intervenciones de rehabilitación son prácticamente iguales”, expuso la neuróloga. “Lo que hemos hecho ha sido trabajar en base a las funciones corporales alteradas (alteraciones estructurales, encamamiento prolongado, osificaciones, retracciones y lesiones en la piel) y luego las alteraciones estructurales derivadas de la sonda nasogástrica o de la intubación traqueal”.

Laxe advirtió de que existen diferencias importantes en la neurorrehabilitación en base a la gravedad de los pacientes afectados por la Covid-19. Durante la primera ola, en los casos que requirieron ingresos en UCI las intervenciones se dirigieron principalmente a fisioterapia respiratoria, movilizaciones precoces, intentos de bipedestación o uso de cigloergómetros. De forma paradójica, las intervenciones en planta fueron más complicadas desde el punto de vista logístico. “En mi caso, los pacientes no salían de la habitación mientras estaban positivizados. Y además, en muchos hospitales las unidades rehabilitación fueron sustituidas por unidades de intensivos”, lamentó la neuróloga del Clinic. 

No ocurre lo mismo con el tratamiento ambulatorio, en el que se han podido tratar las secuelas físicas, sensoriales, cognitivas y conductuales de una forma más sencilla. “La diferencia es que los pacientes incorporados a rehabilitación ya estaban negativizados”, expuso Laxe. La neuróloga concluyó su intervención asegurando que no hay evidencias que justifiquen que haya que tratar a los pacientes con Covid-19 de forma distinta al resto “en lo puramente médico”, tal y como han indicado algunos estudios

Lo que sí reivindicó es la necesidad de realizar una valoración física, cognitiva y funcional de los pacientes que han sufrido Covid-19. “Nos falta por conocer si pueden quedar secuelas a largo plazo. Tras la pandemia de la polio, apareció el síndrome de postpolio. Algunas voces han alertado de que los coronavirus pueden acelerar la posibilidad de desarrollar demencia, pero está aún por ver”, finalizó.
 

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