Cuando se describió por primera vez el aldosteronismo primario hace más de sesenta años, se consideró que era una forma de hipertensión suprarrenal de nicho causada por un proceso neoplásico. En las décadas siguientes, el refinamiento de los diagnósticos de detección y las pruebas de confirmación dinámicas revelaron que el aldosteronismo primario no es raro en absoluto. Más bien, podría detectarse en el 5-10% de los adultos hipertensos.
Este período de tiempo se caracterizó por estudios de investigación clínica que produjeron estimaciones de prevalencia iterativas y complementarias para el aldosteronismo primario.
Sin embargo, en paralelo, los algoritmos de diagnóstico clínico que se desarrollaron fueron complejos y abrumadores para la mayoría de los médicos generales y de atención primaria.
Como resultado, y a medida que creció nuestra comprensión de la prevalencia del aldosteronismo primario, la conciencia entre los médicos de primera línea de que el aldosteronismo primario es un trastorno común que justifica la atención diagnóstica se quedó atrás.
Lamentablemente, la búsqueda del aldosteronismo primario como diagnóstico es tan baja entre los proveedores de servicios médicos generales que, según las estimaciones, menos del 1% de los casos reales se diagnostican alguna vez. La relevancia para la salud pública de esta disparidad se subraya por el hecho de que el aldosteronismo primario no solo es una causa remediable de hipertensión arterial, sino también de enfermedades cardiovasculares y metabólicas y de muerte, independientemente de la presión arterial.
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