Existen numerosas controversias relacionadas con la vitD en cuanto a su clasificación como
vitamina u hormona, concentraciones séricas adecuadas, dosificación apropiada y beneficio
clínico.
En nuestro país el interés por la vitD comienza en 2007 con la publicación de la “Declaración
española sobre la vitamina D en el manejo de la osteoporosis”, en la que diversas sociedades
científicas proponen medidas para conocer su impacto y corregir la deficiencia9
. El uso de vitD y
sus derivados ha experimentado un aumento desmesurado que no queda justificado por la evidencia científica10. En Castilla y León, entre 2012 y 2019, el consumo se ha incrementado por
encima del 300% en número de dosis diarias definidas (DDD) y en torno al 650% en importe.
Asimismo el número de pacientes tratados ha evolucionado exponencialmente con un crecimiento acumulado del 285% en esos años (pasando de 38.197 a 147.103, incluyendo población
pediátrica)¹¹.
Según la base de datos BIFAP EXPRÉS12 durante el año 2018 (datos de 2019 no disponibles) en
Castilla y León el diagnóstico más frecuente en el que se indicó un fármaco del grupo terapéutico
“A11CC Vitamina D y análogos” fue la carencia de vitD no especificada (32%), seguido por trastornos relacionados con la osteoporosis (14%). Un llamativo 35% se asocia a “otros” diagnósticos en
los que se desconoce el proceso clínico concreto, por lo que podría englobar indicaciones no autorizadas por las fichas técnicas de estos medicamentos.
El objetivo de este boletín es establecer unas recomendaciones de uso adecuado de los suplementos de vitD cuando se utilizan como monofármacos, basadas en la evidencia disponible.
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