Vía aérea difícil se define como un escenario clínico en el que un médico capacitado en ventilación con mascarilla facial o intubación traqueal experimenta dificultad para éste u otros procedimientos por más de tres intentos.
Es
necesario aclarar que una vía aérea se considera urgencia sólo cuando el
paciente se encuentre en la situación clínica “no puedo intubarlo, no puedo
ventilarlo”; es decir, si se logra ventilar al paciente de manera adecuada (con
mascarilla facial), la situación no es desesperada.
Toda
intubación en urgencias, UCI o cirugía de urgencia debe considerarse una vía
aérea difícil.
La
atención inapropiada de la vía aérea conlleva complicaciones que incluyen,
en orden de frecuencia: lesiones dentales, traumatismo de tejidos blandos,
broncoaspiración, fracturas maxilares y del hioides, lesión de aritenoides y
cuerdas vocales. También se corre el riesgo de modificar la hemodinamia
cardiovascular como resultado de los reflejos que la laringoscopia puede
desencadenar; por ejemplo, estimulación vagal o aumento de la tensión
arterial cuando la dosis o el tiempo de acción de los medicamentos que se
utilizan en la inducción no se respetan.
Por
otro lado hay que valorar la dificultad para ventilar, concepto distinto al de
la incubación, situación aún más crítica que la intubación difícil.
Ventilación difícil se define como la incapacidad para mantener, a través de
ventilación con mascarilla facial, una saturación de oxígeno por oximetría
del pulso mayor de 90% y ausencia de signos clínicos de hipoxia.
Los
factores pronósticos establecidos por Langeron incluyen edad mayor de 55
años, índice de masa corporal mayor de 26 kg/cm2, presencia de barba,
ausencia de dientes y ronquido. El hallazgo de dos criterios predice una
ventilación difícil con una sensibilidad de 72% y una especificidad de 73%. A
éstos se agregan los de la clasificación de Mallampati III o IV, incapacidad
de protruir el maxilar inferior, anatomía anormal del cuello (en especial
cambios por radiación), género masculino y apnea obstructiva durante el
sueño.
Los
puntos a valorar en toda vía aérea son 11:
1.
Longitud de los incisivos superiores.
2.
Relación entre los dientesmaxilares y mandibulares al cierre de la cavidad
bucal; la retrognatia o micrognatia predice dificultad.
3.
Relación entre los dientes maxilares y mandibulares durante la protrusión
(incapacidad para desplazar el maxilar inferior más allá del superior).
4.
Distancia entre los incisivos superiores e inferiores (debe ser mayor de 3 cm).
5.
Visibilidad de la úvula (Mallampati). La falta de visibilidad de la totalidad
de la úvula se clasifica como grado III y la invisibilidad del paladar blando
como grado IV; ambos representan dificultad para la intubación.
6.
Paladar estrecho (menor que el grosor de tres dedos).
7.
Capacidad funcional de la articulación mandibular. Se relaciona con la
incapacidad para protruir el maxilar inferior más allá de los incisivos
superiores y para abrir la boca; ambas implican una probable laringoscopia difícil.
8.
Distancia tiromentoniana (menor de 6 cm).
9.
Características del cuello (corto).
10.
Grosor del cuello mayor de 52 cm.
11.
Capacidad de movimiento del cuello (lo adecuado es que la punta de la barba
toque el tórax) o extensión de la articulación atlanto-occipital mayor de 35
grados.
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