Enrique Gavilán Moral
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Consultorio rural Mirabel. Cáceres. España.
En septiembre de 2019 publiqué un libro de título muy elocuente: Cuando ya no puedes más. Viaje interior de un médico (Anaconda Editions). En él, narro en primera persona mis tribulaciones como médico de pueblo: cómo decidí ser médico, mis encuentros y desencuentros con la especialidad de medicina familiar y comunitaria, cómo la vocación fue echando raíces en mí y de qué manera esta entró en crisis al darme de bruces contra una realidad desquiciante y alienante, cómo me quemé y enfermé y cómo pude, finalmente, recomponerme y reencontrarme con la profesión.
Narrar este periplo me ayudó a ordenar toda la secuencia de mi vida profesional. Al acabarlo sentí que todo cobraba de nuevo sentido. Noté un gran alivio, como si me hubiera quitado de la espalda un saco repleto de trastos inservibles. Me costó recuperar la confianza en mí, pero poco a poco volví a disfrutar de ser médico de familia. Cuatro años después, decidí publicarlo. Como manera de cerrar definitivamente la herida, pero también porque era el momento de salir del armario: los médicos que nos hemos visto atrapados en nuestra vocación conformamos ya un ejército demasiado nutrido. Demasiado tiempo silenciados y avergonzados. Es hora de hablar sin trabas de lo que implica sentir el desengaño de ver cómo la especialidad que amas ha intentado aniquilarte como persona. De compartir el daño. De soltar el látigo. Y de sacudirnos el miedo.
A pesar de ser una historia personal, al describir el contexto social en el que se desarrolla, termina siendo el retrato, o al menos una visión particular más o menos apegada a la realidad, de una época marcada por la profunda crisis económica de 2008-2014 y los cambios sociales que impuso a un sector importante de nuestra sociedad. A pesar de ser una historia personal, detalla numerosas circunstancias que han ido de la mano de la acentuación del declive de la atención primaria española y la desesperanza que impregna a todo el colectivo de profesionales que ejercemos en este nivel asistencial. A pesar de ser una historia personal, muchos compañeros han revivido partes de su propio día a día en los pasajes del periplo profesional que describo, cuando no han sentido alguna vez en sus propias carnes algunas de las reacciones emocionales que analizo. Algunos me han confesado, con un guiño, ¡por fin a alguien se le ha ocurrido sacar el tema del que muchos hablan, pero todos callan! Se percibe alivio. Hay ganas de hablar y de sanar.
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