La
tendencia actual de los nuevos diagnósticos de infección por el VIH es
ligeramente descendente en España. Según los datos que facilita el
Sistema de Vigilancia Epidemiológica del VIH y Sida del Ministerio de
Sanidad1, durante el año 2018 se notificaron 3.244 nuevas infecciones, (datos sin corregir por
retraso en la notificación), y durante el año 2017, 3.381 nuevas
infecciones. Este descenso en el número de notificaciones contrasta con
el hecho de que el retraso diagnóstico continúa siendo muy importante en
estos pacientes. En el año 2018, el 47,6% tenía una cifra de linfocitos
CD4+inferior
a 350 células/μl en el momento del diagnóstico. Este retraso
diagnóstico tiene notables implicaciones tanto para el individuo, al
empeorar notablemente el pronóstico, como para la comunidad porque los
pacientes no tratados pueden ser transmisores de la infección. La vía
sexual es el principal modo de transmisión siendo mayoritaria entre el
colectivo de hombres que tienen sexo con otros hombres. A pesar de los
esfuerzos realizados en la prevención y atención a las personas con
infección por el VIH o que están en riesgo de infectarse, es evidente
que aún queda mucho por hacer.
Son
por tanto, necesarias nuevas estrategias de prevención sobre todo en
los colectivos con mayor incidencia. En estos momentos, una de las
estrategias más importantes es la prevención combinada. Además de seguir
promoviendo el uso del preservativo y los programas de reducción de
daños en pacientes que se inyectan drogas, adquiere especial relevancia
el tratamiento farmacológico como una herramienta también de prevención:
la profilaxis pre-exposición, el inicio del tratamiento antirretroviral
(TAR) lo más precozmente posible y la profilaxis post-exposición. En
personas con infección por VIH se recomienda iniciar el TAR lo antes
posible para conseguir una carga viral indetectable (ONUSIDA respalda el
concepto de indetectable=no transmisible, por vía sexual2).
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