La carne roja y procesada, tan denostada durante años en todas las guías de alimentación saludable, vive tiempos felices. El pasado mes de enero, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos derogó la iniciativa impulsada por Michelle Obama que promovía la inclusión de frutas y verduras frescas en los comedores escolares. ¿El motivo? Defender la libertad del individuo y de los centros educativos de ofrecer una comida más nutritiva y acorde con las preferencias de la población americana.
Una gran polémica ha rodeado también la reciente publicación de una serie de artículos y un editorial en Annals of Internal Medicine, en los que se afirma que la evidencia que relaciona el consumo de carne roja y procesada con enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer es demasiado débil para recomendar que los adultos limiten su ingesta (1). Los investigadores explican sus hallazgos y el porqué de sus recomendaciones en el siguiente vídeo:
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