Dado que la totalidad de la evidencia sigue siendo incompleta, los proveedores de atención médica deben considerar todos los beneficios y riesgos conocidos en el momento de decidir si, y de ser así, qué AINE recetar. Los factores en la decisión no deben limitarse únicamente a los riesgos o efectos secundarios sino que también deben incluir beneficios potenciales, incluyendo mejoras en la calidad de vida general.
A
nivel mundial son millones el número de personas que utilizan
antiinflamatorios no esteroideos (AINE) sin prescripción para tratar el
dolor. Cada año, el uso de AINE se atribuye igualmente a una enorme
cantidad de hospitalizaciones y muertes. Además, recientemente se está
poniendo de manifiesto un posible vínculo entre el uso de de los AINE
distintos a la aspirina con ataques cardíacos y accidentes
cerebrovasculares. En este contexto, decidir cual puede ser la mejor
opción a la hora de elegir uno u otro analgésico, ya sea de venta libre
o prescripción, es un trabajo complicado.
Para proporcionar orientación a los proveedores de atención médica y a sus pacientes en esta toma de decisiones clínicas, investigadores del Schmidt College of Medicine de la Florida Atlantic University, en los EE.UU, han publicado una revisión que aborda los riesgos cardiovasculares y otros efectos secundarios de los analgésicos incluyendo afectación gastrointestinal y renal.
El equipo examinó los beneficios y riesgos de diferentes medicamentos de venta libre para el alivio del dolor, como aspirina, ibuprofeno, naproxeno, paracetamol y medicamentos recetados como diclofenaco o inhibidores selectivos de la ciclooxigenasa-2, como celecoxib.
Todos estos medicamentos tienen beneficios y riesgos conocidos. La aspirina disminuye la inflamación, así como los eventos coronarios y los accidentes cerebrovasculares, pero aumenta los síntomas gastrointestinales y el sangrado, aunque sin consecuencias adversas hepáticas o renales. Los AINE distintos de aspirina disminuyen la inflamación, pero se han asociado con eventos coronarios mayores adversos y derrames cerebrales con el uso a largo plazo, así como con efectos secundarios gastrointestinales y renales (desequilibrios electrolíticos, como alto contenido de sodio o potasio) e incluso con insuficiencia cardíaca.
Los inhibidores de la ciclooxigenasa 2 se desarrollaron principalmente debido a su perfil de efectos secundarios gastrointestinales más favorable en relación con la aspirina y los AINE tradicionales sin aspirina, pero confieren efectos adversos cardiovasculares, así como hepáticos y renales. El paracetamol no tiene propiedades antiinflamatorias clínicamente relevantes y representa más del 50% de la insuficiencia hepática relacionada con sobreexposición a los medicamentos y es responsable de aproximadamente el 20% de los casos de trasplante de hígado, además de tener incidencia sobre la enfermedad renal.
Con respecto a los beneficios y riesgos de los analgésicos, la totalidad de la evidencia analizada sugiere que los proveedores de atención médica y sus pacientes deben hacer elecciones clínicas individualizadas basadas en el perfil completo del factor de riesgo de cada paciente. Por otro lado, los autores sugieren que los factores en la decisión de si es necesario el analgésico, y de ser así, qué medicamento concreto debe recetarse para el alivio del dolor y la inflamación, no deberían limitarse a los riesgos de efectos secundarios cardiovasculares o gastrointestinales. Estas consideraciones también deberían incluir beneficios potenciales, incluyendo mejoras en la calidad general de vida como resultado de la disminución del dolor o la discapacidad por síndromes de dolor musculoesquelético.
Para proporcionar orientación a los proveedores de atención médica y a sus pacientes en esta toma de decisiones clínicas, investigadores del Schmidt College of Medicine de la Florida Atlantic University, en los EE.UU, han publicado una revisión que aborda los riesgos cardiovasculares y otros efectos secundarios de los analgésicos incluyendo afectación gastrointestinal y renal.
El equipo examinó los beneficios y riesgos de diferentes medicamentos de venta libre para el alivio del dolor, como aspirina, ibuprofeno, naproxeno, paracetamol y medicamentos recetados como diclofenaco o inhibidores selectivos de la ciclooxigenasa-2, como celecoxib.
Todos estos medicamentos tienen beneficios y riesgos conocidos. La aspirina disminuye la inflamación, así como los eventos coronarios y los accidentes cerebrovasculares, pero aumenta los síntomas gastrointestinales y el sangrado, aunque sin consecuencias adversas hepáticas o renales. Los AINE distintos de aspirina disminuyen la inflamación, pero se han asociado con eventos coronarios mayores adversos y derrames cerebrales con el uso a largo plazo, así como con efectos secundarios gastrointestinales y renales (desequilibrios electrolíticos, como alto contenido de sodio o potasio) e incluso con insuficiencia cardíaca.
Los inhibidores de la ciclooxigenasa 2 se desarrollaron principalmente debido a su perfil de efectos secundarios gastrointestinales más favorable en relación con la aspirina y los AINE tradicionales sin aspirina, pero confieren efectos adversos cardiovasculares, así como hepáticos y renales. El paracetamol no tiene propiedades antiinflamatorias clínicamente relevantes y representa más del 50% de la insuficiencia hepática relacionada con sobreexposición a los medicamentos y es responsable de aproximadamente el 20% de los casos de trasplante de hígado, además de tener incidencia sobre la enfermedad renal.
Con respecto a los beneficios y riesgos de los analgésicos, la totalidad de la evidencia analizada sugiere que los proveedores de atención médica y sus pacientes deben hacer elecciones clínicas individualizadas basadas en el perfil completo del factor de riesgo de cada paciente. Por otro lado, los autores sugieren que los factores en la decisión de si es necesario el analgésico, y de ser así, qué medicamento concreto debe recetarse para el alivio del dolor y la inflamación, no deberían limitarse a los riesgos de efectos secundarios cardiovasculares o gastrointestinales. Estas consideraciones también deberían incluir beneficios potenciales, incluyendo mejoras en la calidad general de vida como resultado de la disminución del dolor o la discapacidad por síndromes de dolor musculoesquelético.
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