martes, 16 de abril de 2019

Med. Clínica. Síndromes de sensibilización central: hacia la estructuración de un concepto multidisciplinar.

Hemos leído la que es, hasta la fecha, la primera mención específica en una revista española al síndrome de sensibilización central (SSC)  . En el brillante editorial, se hace mención a cuestiones fundamentales de algo poco conocido, como es que procesos aparentemente inconexos como la fibromialgia (FM), el síndrome de fatiga crónica (SFC), la sensibilidad química múltiple (SQM), el síndrome seco (SS) de mucosas (no Sjögren), las intolerancias alimentarias o a medicamentos no alérgicas, el colon irritable, la cistitis irritativa crónica, la distermia idiopática y otros, puedan forman parte del SSC.
En el editorial se señala, una prevalencia de SSC de un 3% en población general, y que agrupadas en conjunto las entidades clínicas, son una causa muy frecuente de consulta en atención primaria y especializada, basándose en datos de Yunus (2015) quien señala que EE.UU. hay entre 25 y 30 millones de personas que sufren uno o más de los procesos englobables en el SSC  . Creemos que este cálculo, tal cual lo expresa Fernández Solà o la propia cifra de Yunus puede confundir al lector. Realmente no hay datos, que conozcamos, sobre la prevalencia en la población general del SSC en España. Eso es al menos lo que afirmábamos nosotros mismos hablando de la SQM en 2011 y cuando nos atrevimos a hacer una estimación de la población española afectada por la sensibilidad química y que ciframos en alrededor del 0,03%  . Es cierto que la SQM es menos prevalente que la FM o el SFC, pero aun así las cifras son muy dispares.
Por otro lado, la prudencia ha de presidir los diagnósticos en medicina. Estamos seguros que Fernández Solá coincidirá con nosotros en que al diagnóstico de SSC con sus distintas expresiones clínicas (FM, SFC, SS, y otros), que casi siempre coexisten en mayor o menor grado, se llega por exclusión. Esto es, que desde cada área sanitaria se deben de haber descartado según los síntomas guía: 1) Procesos alérgicos; 2) Enfermedades neumológicas (asma, disfunción reactiva de la vía aérea); 3) Enfermedades autoinmunes (lupus, Sjögren); 4) Infecciosas víricas o bacterianas; 5) Enfermedades neurológicas (esclerosis múltiple, enfermedades que cursen con cansancio o trastornos cognitivos); 6) Neoplasias; 7) Trastornos psiquiátricos (síndrome de Briquet, quimicofobia u otros muchos); 8) Trastornos endocrinos (disfunción tiroidea u otros), y 9) Hematológicos (mastocitosis) y otros. Todo lo anterior conlleva que de cada paciente se hagan los estudios que descarten los procesos citados, ya que de no ser así corremos el riesgo de diagnosticar a un paciente de SSC y que realmente tengan una enfermedad grave (neoplasia, esclerosis)  . Pero este problema diagnóstico se complica además por las frecuentes comorbilidades del paciente, no ya de otras manifestaciones del SSC, sino de otras enfermedades en particular las relacionadas con el sistema nervioso central, hasta el punto de que diversos autores han expresado que en el fondo de esta sensibilización central hay un trastorno somatoforme u otras enfermedades psiquiátricas primarias o secundarias .
El SSC, ahora más conocida, como la SQM, la FM o el SFC existen y están en los tratados de medicina más prestigiosos, a pesar de la negación que se hace de la existencia de estos procesos desde algunos colectivos médicos, pero hemos de abordar los graves problemas de algunos de estos pacientes con sensatez y de forma multidisciplinar como señala Fernández Solà. Comenzando por la atención primaria, cuyos magníficos profesionales pueden tratar sintomáticamente gran parte de la clínica de estos pacientes, con el apoyo de internistas, reumatólogos, neurólogos, psiquiatras, psicólogos, rehabilitadores y otros especialistas. Sin embargo, si realmente existe una prevalencia tan alta como la que indica el editorial, dudamos que la existencia de unidades especializadas en SSC o planes operativos sean la solución. En nuestra opinión la solución está en la formación de los médicos de atención primaria y especializada en el posible nexo común de muchas enfermedades antes inconexas y en cuya patogenia pueden estar o están los fenómenos de sensibilización.
Finalmente creemos que los pacientes con alguna entidad englobable en un SSC viven actualmente una situación difícil, con muchas limitaciones, incomprensiones y problemas de todo tipo. Es evidente que hay cuestiones muy mejorables y desde luego necesitan de la ayuda del sistema sanitario, pero todo ello en el marco de una medicina basada en la evidencia y alejada de influencias de otro tipo.

Referencias

  1. 1Fernández Solà J.: Síndromes de sensibilidad central: hacia la estructuración de un concepto multidisciplinar. Med Clin (Bar) 2018; 151: pp. 68-70
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  2. 2Yunus M.B.: Editorial review: An update on central sensitivity syndromes and the issues of nosology and psychobiology. Curr Rheumatol Rev 2015; 11: pp. 70-85
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  3. 3Nogué-Xarau S., Dueñas Laita A., Ferrer Dufol A., and Fernández-Solà J.: en nombre del Grupo de Trabajo de Sensibilidad química múltiple. Med Clin (Barc) 2011; 136: pp. 683-687
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  4. 4Gaber T.A., Oo W.W., and Ringrose H.: Multiple Sclerosis/Chronic Fatigue Syndrome overlap: When two common disorders collide. NeuroRehabilitation 2014; 35: pp. 529-534
    Ver en el Artículo
  5. 5Osterberg K., Persson R., Karlson B., Carlsson Eek F., and Orbaek P.: Personality, mental distress, and subjective health complaints among persons with environmental annoyance. Hum Exp Toxicol 2007; 26: pp. 231-241
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  6. 6Johnson D., and Colman I.: The association between multiple chemical sensitivity and mental illness: Evidence from a nationally representative sample of Canadians. J Psychosom Res 2017; 99: pp. 40-44
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