jueves, 20 de diciembre de 2018

JAMA. Anticoagulantes orales y terapia con inhibidores de la bomba de protones.

JAMA
Un estudio muestra que los pacientes con mayor riesgo de hemorragia gastrointestinal obtienen una marcada protección contra este riesgo cuando toman un inhibidor de la bomba de protones en combinación con un anticoagulante oral. El anticoagulante apixaban fue el que mostró mejores datos de incidencia de hospitalización por hemorragia digestiva alta.
Los anticoagulantes orales se encuentran entre los medicamentos más recetados. Se utilizan principalmente para pacientes con frecuencia cardíaca irregular llamada fibrilación auricular, válvulas cardíacas protésicas y aquellos con riesgo de trombosis venosa profunda y enfermedades cardiovasculares. Desafortunadamente, un efecto secundario frecuente y potencialmente grave de los anticoagulantes orales es el riesgo significativo de sangrado, particularmente de sangrado de la vía gastrointestinal superior. Los datos disponibles sugieren que si se administran anticoagulantes orales a una determinada población de pacientes, entre el 1 y el 1, 5% tendrá una hemorragia gastrointestinal superior cada año.
Durante décadas, la warfarina ha sido el anticoagulante oral prescrito con mayor frecuencia, pero en los últimos años su uso ha disminuido significativamente a medida que han ido apareciendo anticoagulantes de nueva generación que requieren menor monitoreo y presentan menor número de interacciones con otros medicamentos y alimentos. En 2016, se publicó un estudio que mostró que el uso de medicamentos inhibidores de la bomba de protones (IBP) junto con warfarina reducía el riesgo de hemorragia gastrointestinal. El mismo equipo analiza ahora, en un gran estudio observacional, el beneficio de la terapia dual con IBP y anticoagulantes orales teniendo en cuenta, en este caso, los distintos tipos anticoagulantes disponibles. El objetivo fue determinar si la elección del medicamento anticoagulante y el tratamiento con inhibidores de la bomba de protones (IBP), respecto del no tratamiento, están asociados con el riesgo de hemorragia del tracto gastrointestinal superior. Para ello, los investigadores compararon la incidencia de hospitalización por hemorragia del tracto gastrointestinal superior en pacientes que usan anticoagulantes individuales (apixaban, dabigatran, rivaroxaban y warfarina) con y sin terapia con IBP.
El equipo de investigación extrajo datos de pacientes del Centro de datos de investigación virtual, una gran base de datos de registros de salud de los EE.UU. Se identificaron 1,6 millones de pacientes que iniciaron terapia anticoagulante oral entre 2011 y 2015. Los pacientes se clasificaron en función de los que también recibieron IBP durante el mismo periodo y los que no tomaron este tipo de medicamentos. Luego se comparó la incidencia de hospitalizaciones por hemorragia digestiva alta. Los investigadores también compararon la incidencia de hospitalizaciones por este motivo en función del uso de cuatro de los principales medicamentos anticoagulantes orales: apixaban, dabigatran, rivaroxaban y warfarina.
Se encontró que  el uso de IBP junto con la terapia anticoagulante, cualquiera de ellas, aportaba un marcado efecto protector reduciéndose el riesgo de  hemorragia gastrointestinal en un 34%. Esta reducción del riesgo fue más importante entre los pacientes de mayor riesgo: sin un IBP, la incidencia de hospitalización por sangrado gastrointestinal superior fue del 4% al año; mientras que el complemento de la terapia anticoagulante con un  IBP redujo esta tasa de hospitalización a 2,8% por año.
En función del anticoagulante utilizado, la incidencia de hospitalización por hemorragia digestiva alta fue mayor para los que tomaron rivaroxabán y la más baja para los consumidores de apixaban.
Estos hallazgos pueden ayudar en la evaluación de los riesgos y beneficios en el momento de elegir un agente anticoagulante  y contribuir  a mejorar significativamente la atención a los pacientes. Antes del inicio de la terapia anticoagulante, sería beneficioso completar un estudio gastrointestinal para medir los factores de riesgo existentes en cada paciente y adaptar su terapia teniendo en cuenta su estado de riesgo de sangrado.

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