Un nuevo estudio concluye que las estatinas podrían estar excesivamente recetadas para la prevención primaria de enfermedades cardiovasculares. Para esta indicación, según los umbrales establecidos en las pautas actuales, los daños potenciales de estos medicamentos pueden estar superando a los beneficios. Además, el nivel de riesgo en el que se produce beneficio neto varía considerablemente por edad, sexo, y el tipo estatina.
Las estatinas
son una de las clases de medicamentos más recetados en todo el mundo.
Funcionan bloqueando la actividad de la enzima HMG-CoA que participa en
la vía hepática de síntesis de colesterol.
Desde 2013, la mayoría de las guías médicas recomiendan el uso de estatinas como medida de prevención primaria en las personas sin antecedentes de síntomas cuando su riesgo esperado de desarrollar enfermedad cardiovascular en los próximos 10 años es del 7,5 al 10%. Además, la revisión amplió el objetivo de la prevención al incluir no solo la enfermedad coronaria, sino también la aterosclerosis, el accidente cerebrovascular y la enfermedad arterial periférica.
Una de las razones para la actualización fue el argumento de que el nivel alto de colesterol en sangre es uno de los factores de riesgo cardiovascular alterable más prevalentes. Otro argumento de peso fue que existe evidencia de que tratar el colesterol reduce el número de personas que desarrollan enfermedades cardiovasculares y que mueren a causa de ellas. Aun así, la medida desató cierto grado de controversia, especialmente por no quedar muy clara la manera cómo los desarrolladores de guías habían evaluado los daños frente a los beneficios, y porque de los nuevos umbrales de tolerancia para el riesgo a la hora de elegir o no la prescripción de estatinas colocan como elegibles para el tratamiento a tres de cada 10 adultos en todo el mundo. En particular, en el grupo de adultos mayores, la mayor parte de de sus integrantes cumplen con el criterio de riesgo únicamente por edad.
Para aclarar un poco esta cuestión investigadores de la Universidad de Zúrich realizaron un estudio desarrollando un modelo informático para evaluar el riesgo a 10 años de enfermedad cardiovascular en el que las estatinas (dosis bajas o moderadas frente a ninguna estatina) proporcionan, al menos, un 60% de probabilidad de beneficio neto. Ajustaron los resultados para eliminar cualquier efecto del "riesgo competitivo" de muerte no debida a una enfermedad cardiovascular. Los daños que se incluyeron en los cálculos fueron eventos adversos como miopatía (debilidad muscular), disfunción hepática y aparición de diabetes.
Los resultados mostraron que los umbrales de riesgo cardiovascular a 10 años en los cuales los beneficios del uso de estatinas superan los daños son consistentemente más altos que los recomendados en las pautas. Por ejemplo, en el caso de los hombres de 70 a 75 años sin antecedentes de síntomas, los daños de tomar estatinas fueron mayores que los beneficios para valores del riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular a 10 años inferiores al 21%. En el caso de las mujeres de 70 a 75 años, el riesgo a 10 años requerido para que el beneficio supere los daños fue del 22%. Para las personas de 40 a 44 años, los beneficios superaron los daños cuando existió un 14% de riesgo cardiovascular a 10 años en el caso de los hombres, y del 17% en el caso de las mujeres.
Individualmente según el tipo de estatina, la atorvastatina y la rosuvastatina proporcionaron un beneficio neto a menores riesgos a 10 años que la simvastatina y la pravastatina.
Desde 2013, la mayoría de las guías médicas recomiendan el uso de estatinas como medida de prevención primaria en las personas sin antecedentes de síntomas cuando su riesgo esperado de desarrollar enfermedad cardiovascular en los próximos 10 años es del 7,5 al 10%. Además, la revisión amplió el objetivo de la prevención al incluir no solo la enfermedad coronaria, sino también la aterosclerosis, el accidente cerebrovascular y la enfermedad arterial periférica.
Una de las razones para la actualización fue el argumento de que el nivel alto de colesterol en sangre es uno de los factores de riesgo cardiovascular alterable más prevalentes. Otro argumento de peso fue que existe evidencia de que tratar el colesterol reduce el número de personas que desarrollan enfermedades cardiovasculares y que mueren a causa de ellas. Aun así, la medida desató cierto grado de controversia, especialmente por no quedar muy clara la manera cómo los desarrolladores de guías habían evaluado los daños frente a los beneficios, y porque de los nuevos umbrales de tolerancia para el riesgo a la hora de elegir o no la prescripción de estatinas colocan como elegibles para el tratamiento a tres de cada 10 adultos en todo el mundo. En particular, en el grupo de adultos mayores, la mayor parte de de sus integrantes cumplen con el criterio de riesgo únicamente por edad.
Para aclarar un poco esta cuestión investigadores de la Universidad de Zúrich realizaron un estudio desarrollando un modelo informático para evaluar el riesgo a 10 años de enfermedad cardiovascular en el que las estatinas (dosis bajas o moderadas frente a ninguna estatina) proporcionan, al menos, un 60% de probabilidad de beneficio neto. Ajustaron los resultados para eliminar cualquier efecto del "riesgo competitivo" de muerte no debida a una enfermedad cardiovascular. Los daños que se incluyeron en los cálculos fueron eventos adversos como miopatía (debilidad muscular), disfunción hepática y aparición de diabetes.
Los resultados mostraron que los umbrales de riesgo cardiovascular a 10 años en los cuales los beneficios del uso de estatinas superan los daños son consistentemente más altos que los recomendados en las pautas. Por ejemplo, en el caso de los hombres de 70 a 75 años sin antecedentes de síntomas, los daños de tomar estatinas fueron mayores que los beneficios para valores del riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular a 10 años inferiores al 21%. En el caso de las mujeres de 70 a 75 años, el riesgo a 10 años requerido para que el beneficio supere los daños fue del 22%. Para las personas de 40 a 44 años, los beneficios superaron los daños cuando existió un 14% de riesgo cardiovascular a 10 años en el caso de los hombres, y del 17% en el caso de las mujeres.
Individualmente según el tipo de estatina, la atorvastatina y la rosuvastatina proporcionaron un beneficio neto a menores riesgos a 10 años que la simvastatina y la pravastatina.
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