El
diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer lleva en la actualidad
aparejado la prescripción de fármacos para alterar su evolución, la
mayor parte inhibidores de la colinesterasa. Esta prescripción en la
mayoría de casos lleva seguimiento por el neurólogo que la prescribió al
inicio de la enfermedad, quedando al final fijada como medicación
crónica hasta el final de sus días. El deterioro cognitivo progresivo
(enlentecido o no) no es suficiente para la retirada de la medicación. Como
recordamos American Geriatrics Society's (AGS) dentro de la campaña de
“elegir sabiamente” ("Choosing Wisely®") recomendaba: “No prescribir
inhibidores de la colinesterasa para el tratamiento de la demencia sin
una evaluación periódica de sus posibles beneficios cognitivos y de sus
efectos gastrointestinales. Si el paciente empieza con dichos
medicamentos y los objetivos del tratamiento no se alcanzan después de
un tiempo razonable de 12 semanas, debería considerarse su
interrupción.” Una recomendación que no se cumple.
Los efectos secundarios de la medicación prescrita para alterar la
evolución del la EA no son menores. Hace tres años nos hicimos eco de
un estudio retrospectivo (Sheffrin M et al)
en base a los datos provenientes de la base de datos de la “National
Veterans Affairs” americano entre el 2007-10 que compara la pérdida de
peso en individuos con demencia que utilizaron de primera intención a
los inhibidores de la colinesterasa frente a otros a los que se les
prescribió otro tipo de medicación. Los inhibidores de la colinesterasa
utilizados fueron el donepezilo, la galantamina y la rivastigmina,
mostrando que aquellos que tenían prescrita esta medicación
presentaban una mayor pérdida de peso que los controles con otro tipo de
medicación al año de seguimiento, hazard ratio (HR) 1,23 (IC 95%
1,07–1,41). Esta pérdida de peso se relacionaría con mayor morbilidad,
alteración de la funcionalidad y mortalidad, señalaban.
Últimamente leemos en una nota a
partir de la revista francesa Rev Prescrire que este tipo de
medicamentos no será reembolsables por el Sistema de Salud Francés, entendiendo
que estos medicamentos tienen una eficacia mínima y transitoria, al
tiempo que exponen al paciente a efectos secundarios graves,
desproporcionados, e incluso mortales (leemos).
Entienden, que aunque hayan demostrado enlentecer la evolución de la EA,
su administración genera efectos indeseable graves e incluso mortales.
Su prescripción crónica somete, además, al paciente polimedicado a
interacciones peligrosas.
Se ha decidido a partir de agosto de este año que no sean
reembolsables el donepezilo, la galantamina, la rivastigmina y la
memantina.
Al parecer este tema viene de hace dos años atrás cuando “Commission de
la transparence de la Haute autorité de santé (HAS)” había llegado a la
conclusión de que los efectos de estos fármacos era insuficientes para
poder ser financiados por erario público y solicitó la retirada de su
financiación pública.
El problema de la EA es el clásico de tener una medicación de escasa
efectividad pero sin alternativa en una enfermedad de curso progresivo y
sin cura real.
Con todo, al margen de su aprobación en base a criterios de seguridad o
no; los criterios de coste eficacia, no tienen en cuenta solo el precio,
si no la efectividad y los riesgos generados, que en este caso
superarían a los beneficios y no justificarían ser sufragados por el
sistema público, que al final es de todos.
"Médicaments de la maladie d'Alzheimer : enfin non remboursables en France !" Rev Prescrire 2018 ; 38 (416).
Sheffrin M, Miao
Y, Boscardin WJ, Steinman MA. Weight Loss Associated with Cholinesterase
Inhibitors in Individuals with Dementia in a National Healthcare
System. J Am Geriatr Soc. 2015 Aug 3. doi: 10.1111/jgs.13511. [Epub
ahead of print]
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