Es una realidad bien conocida
que el sistema inmune actúa
como una potente barrera
frente a las neoplasias. Ello ha
podido constatarse mediante
la observación de que los animales
inmunodeficientes presentan
un crecimiento acelerado
de células neoplásicas y,
también, por el hecho de que
los pacientes trasplantados y
sometidos a una inmunosupresión
intensa presentan un elevado
riesgo de cáncer.
Además, sabemos que las enfermedades
autoinmunes sistémicas
presentan un aumento en el
peligro de desarrollar cáncer por
la propia disfunción inmune en el
seno de las mismas y también
por el hecho del uso de fármacos
inmunosupresores, que podrían
incrementar dicho riesgo.
Una enfermedad autoinmune
La artritis reumatoide (AR) es
una enfermedad autoinmune
sistémica cuyo control requiere
el uso de fármacos que intervienen
modulando y/o modificando
el propio sistema inmune.
Actualmente, es bien conocido
que el TNFα es una citokina clave en la patogenia de la AR.
Asimismo, está muy implicada
en la carcinogénesis, en la aparición
de metástasis y también
en la inducción de la muerte de
algunas neoplasias malignas.
Por ello, el bloqueo del TNFα
como medida terapéutica en la
AR ha suscitado dudas sobre
su posible papel oncogénico.
Si bien en 1996 se describía
por primera vez el aumento de
la tasa de linfomas en pacientes
con AR en un registro Danés
(tasa de incidencia estandarizada
TIS: 2.4), no es hasta
el 2008 y 2015 cuando Smitten
AL y Simon T, respectivamente,
demostraron, tras la realización
de una revisión sistemática y
un meta-análisis de las publicaciones,
que los pacientes
con AR tienen un incremento
de un 10% de desarrollo de
tumores malignos, respecto a
la población general [TIS: 1,09
(1.06-1.13)]. Los autores constataron
que dicho aumento lo
era para linfomas, doces veces
superior a la población general
[TIS: 2.08 (1.8-2.39)] y para
cáncer de pulmón, dos veces
superior [TIS: 1.64 (1.51-1.79)].
Además, corroboraron que el riesgo de cáncer colo-rectal se
reducía [TIS: 0.78 (0.71-0.86)].
Tras el ajuste por edad, sexo y
tabaquismo, los resultados encontrados
eran dependientes
de la propia AR e independientes
del uso de fármacos como
el metotrexato y de terapia biológica.
Los fármacos empleados
en la AR
El papel oncogénico de los fármacos
utilizados en la AR no es
un tema que haya pasado de
largo. De hecho, el uso de FAME
ha sido investigado en este sentido
y, finalmente, los fármacos
más usados, tales como metotrexato
y leflunomida, no se les
ha podido relacionar con un incremento
de cáncer.
De entre todos los fármacos
utilizados en la AR, los que más
interés han suscitado, quizá
porque son los más usados,
son los anti-TNFα. La alarma
saltó en 2006 cuando Bongartz
T publicó en JAMA un metaanálisis,
en el que dijo que euso de anti-TNFα estaba relacionado
con un incremento en
la incidencia de cáncer [OR:
3.3 (1.2-9.1)]. Este efecto era
observado en pacientes que
recibían las dosis más altas.
Igualmente, incidió en que estos
tumores debutaban poco
después del inicio de dicho tratamiento.
Sin embargo, las publicaciones
procedentes de los grandes registros
de AR (registro sueco,
alemán, inglés y americano) no
pudieron confirmar dicha asociación.
Se postuló entonces
que los registros de pacientes
reflejaban más un perfil de paciente
de mayor tiempo de evolución
y que, por tanto, no reflejaban
el potencial oncogénico,
visto más al inicio de la terapia
anti-TNFα, como fue puesto de
manifiesto en los ensayos clínicos
incluidos en el meta-análisis
anteriormente referido.
Esta incertidumbre fue dilucidada
en los trabajos de Askling J
de 2011 y López Olivo MA de
2012. Tras realizar un metaanálisis,
en el que incluyeron
un total de 15.418 y 29.423 pacientes
con AR respectivamente,
estos estudios demostraron
que el peligro de cáncer no se
acrecentaba en los pacientes
tratados con anti-TNFα ni con
ningún otro biológico.
El trabajo que ha cerrado cualquier
discusión sobre este
asunto es el de Raheel S, ya
que, metodológicamente hablando,
es con diferencia elmás adecuado para abordar la
incidencia de cáncer en el contexto
de una enfermedad inflamatoria
crónica. Dicho trabajo
fue llevado a cabo en un gran
registro epidemiológico, que se
realizó en el condado de Olmsted,
Minnesota. Desde 1980
hasta 2007, se catalogaron
todos los casos incidentes de
AR y se estudiaron la incidencia
de cáncer de dichos pacientes,
siempre comparándolos con la
población general. Demostraron
que en la AR existe un incremento
de cáncer hematológico
y de cáncer de pulmón. Este
aumento de riesgo oncológico
era evidente a partir del quinto
año del debut de la enfermedad
y no guardaba relación ni con el
consumo de metotrexato ni de
anti-TNFα.
Estudio de otros tumores: El estudio de otros tumores
como el cáncer de cérvix uterino
fue realizado en la población
sueca, con más de 9.600
mujeres con AR (Wadström H),
donde se pudo demostrar que
si bien la AR no acrecentaba la
incidencia de dicho tumor, sí lo
aumentaba el uso de anti-TNFα.
Respecto al cáncer cutáneo no
melanoma, Raaschou P puso luz
a este asunto analizando la gran
muestra del registro sueco y llegando
a la conclusión de que la
AR eleva el riesgo tanto de cáncer
basocelular como espinocelular
cutáneo y que el uso de anti-TNFα
aumenta el del cáncer espinocelular.
El mismo autor aseguró que
el melanoma cutáneo no está subiendo en pacientes con AR,
pero sugirió que podría incrementarse
si se usaban anti-TNFα.
Once grandes registros
Fue en un gran trabajo multicéntrico
que incluyó once grandes
registros europeos, publicado
por Mercer LK, con más de
130.300 pacientes con AR, en el
que demuestra que ni el uso de
anti-TNFα ni de Rituximab ni de
FAME elevan el riesgo de melanoma
cutáneo.
Respecto al posible incremento
oncogénico vinculado con el uso
de anti-TNFα a dosis superiores
a las indicadas según ficha técnica,
ha sido totalmente descartado
después de la presentación
de los resultados de los trabajos
de Leombruno JP en 2009 y de
Moulis G en 2012. Se trata de
dos meta-análisis, donde se incluyó
un importante número de
pacientes. Cuando se compararon
los que habían recibido dosis
recomendadas frente a los que
habían recibido dosis superiores,
no se pudo encontrar un incremento
de tumores ni diferencias
en ninguno de los grupos.
Debido a que en los ensayos clínicos
no se permite incluir pacientes
con cáncer, es difícil contestar a la
pregunta de si los anti-TNFα pueden
acrecentar el riesgo de recidiva,
de metástasis o de un segundo
tumor primario en pacientes
con AR que tuvieron o que tienen
cáncer. No obstante, Silva Fernández
publica los resultados del
planteamiento de esta pregunta
en pacientes procedentes del registro
inglés de AR. Pues bien, sus
resultados apuntan a que el uso
de anti-TNFα no eleva el riesgo
tumoral en pacientes con antecedentes
de cáncer previo a su uso.
En base a todo lo referido se puede
asegurar que:
● Los pacientes con AR tienen
un mayor riesgo de desarrollar
linfomas, cáncer de pulmón y
cáncer cutáneo no melanoma y
un menor riesgo de desarrollar
cáncer colo-rectal.
● El uso de anti-TNFα en AR
incrementa el peligro de cáncer
de cérvix uterino y de carcinoma
cutáneo espinocelular.
● Ni el uso de dosis más altas de
anti-TNFα ni el antecedente de
cáncer en pacientes con AR tratados
con anti-TNFα incrementan
el riesgo oncogénico.
Fuentehttp://www.ser.es/wp-content/uploads/2017/01/SER_LR74__sinpubli.pdf
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