Cuando
hablamos de diabetes en ancianos corremos el riesgo de simplificar
una situación clínica que puede ser realmente
compleja. Además, el concepto de anciano es también muy heterogéneo
y no se ciñe exclusivamente al perfil
cronológico. Sea cual sea el punto de partida de dicho
envejecimiento, la evolución del perfil clínico se modificará de
una forma tan importante que intentar homogeneizar un tratamiento
farmacológico para la misma entidad clínica será una labor casi
imposible, pues el inexorable paso del tiempo modificará tanto las
circunstancias individuales como
las que rodean a nuestros pacientes. De hecho, cualquier decisión
terapéutica debe tener en cuenta la esperanza de
vida, que en muchas ocasiones es inferior a 5-10 años, lo cual
limita mucho los potenciales beneficios de determinadas medidas
farmacológicas que precisan de su continuidad temporal para
conseguirlos. Tanto para la diabetes como
para la mayor parte de enfermedades o síndromes geriátricos, las
diferentes guías clínicas deberían amoldarse al
contexto individual y no generalizar o transferir las evidencias
adquiridas en poblaciones más jóvenes y con menos
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