Hoy
día existen numerosas escalas de riesgo cardiovascular (CV)
disponibles, entre las más utilizadas se encuentran la escala de
Framingham con varias versiones, la de las sociedades Británicas, la
ATP III, la de Nueva Zelanda, la del proyecto Europeo DECODE con
especial énfasis en diabetes, la escala PROCAM, la de Sheffield, el
Heart SCORE Europeo, especialmente el calibrado para países de bajo
riesgo como España y la escala de Framingham calibrada para la
población española a partir del estudio REGICOR. De todas ellas las más
utilizadas sean probablemente la de Framingham, el Score Europeo y la
escala de Framingham calibrada para población española.
Una
a pregunta lógica entonces sería: ¿por qué y para qué otra escala más? O
en otras palabras, cuáles son las razones para necesitar una nueva
escala de riesgo para la población española.
La primera razón es que no existe hasta la fecha una
escala genuinamente española desarrollada en población autóctona,
representativa de varias zonas del país con diferencias de riesgo de
cardiopatía isquémica y que tenga en consideración el riesgo
concurrente individual basal (al inicio) de los individuos de la
cohorte. Una segunda razón de peso es que la mayoría de escalas
existentes fueron desarrolladas a partir de cohortes de población de
mediana edad con infrarrepresentación de personas ancianas. Por
ejemplo, la escala de Framingham no incluye población mayor de 70 años y
el SCORE solo se recomienda para el grupo de edad entre 40-65 años.
Es bien conocido además que el poder predictivo de los factores de
riesgo clásicos se reduce con la edad, y que la estimación del riesgo
especialmente en personas mayores de 75 es problemático. El estudio de
Leiden 85-plus mostró una discriminación solo del 53% (IC95%:0.43-0.64).
En tercer lugar, la mayoría de las escalas clásicas fueron desarrolladas a partir de cohortes de población ensambladas en la década de los 60 y 70 del pasado siglo, época en la que la frecuencia de tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular (antihipertensivos, hipolipemiantes) era muy bajo en la población general (alrededor del 25%) comparado con el nivel actual de tratamiento para algunos factores como la hipertensión en población mayor que puede llegar al 65-70% de la población en muchos lugares. Por tanto, el efecto real de un determinado factor de riesgo sobre un determinado desenlace CV puede estar infravalorado o enmascarado por la existencia de un fármaco para dicho factor de riesgo. Adicionalmente, en la última década numerosos estudios como el DECODE han evidenciado que el riesgo CV aumenta considerablemente en función del estatus de glucemia en ayuno y de tolerancia a la glucosa.
En resumen, las escalas existentes varían ampliamente en el tipo de población estudiada, en el riesgo basal de cada población estudiada, en los factores predictores y resultados (outcomes) considerados (por ejemplo Framingham se focaliza en cardiopatía isquémica y el SCORE en la mortalidad CV más que en el riesgo global cardiovascular).
Por consiguiente y a pesar de las numerosas herramientas disponibles consideramos que estas presentan aún limitaciones substanciales, se necesita una escala adaptada a las condiciones locales y que hay aún lugar para una nueva escala que mejore estas limitaciones comentadas: que estime no solo riesgo coronario sino también el riesgo cardiovascular total, que tome en cuenta el efecto del tratamiento en la población de estudio, que considere el efecto de la disglicemia en la estimación del riesgo, derivada a partir de una población autóctona con bajo riesgo CV como la española e incluyendo individuos mayores de 74 años, representativos de una población envejecida como la española.
En definitiva consideramos que la Ecuación de Riesgo Española ERICE presenta ventajas sobre las anteriores para ser usada en prevención primaria en España pues ha sido desarrollada a partir de distintas cohortes españolas con diferente localización geográfica, en la que aproximadamente la mitad de los participantes estaban en tratamiento farmacológico al inicio del seguimiento con antihipertensivos y/o hipolipemiantes), incluye 3.000 personas (25%) mayores de 70 años, estima el riesgo total cardiovascular fatal y no fatal (enfermedad coronaria e ictus) e incluye la diabetes como factor de riesgo, junto con la edad, el género, el tabaquismo, la presión arterial y el colesterol.
Las principales conclusiones de la Ecuación ERICE son:
En tercer lugar, la mayoría de las escalas clásicas fueron desarrolladas a partir de cohortes de población ensambladas en la década de los 60 y 70 del pasado siglo, época en la que la frecuencia de tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular (antihipertensivos, hipolipemiantes) era muy bajo en la población general (alrededor del 25%) comparado con el nivel actual de tratamiento para algunos factores como la hipertensión en población mayor que puede llegar al 65-70% de la población en muchos lugares. Por tanto, el efecto real de un determinado factor de riesgo sobre un determinado desenlace CV puede estar infravalorado o enmascarado por la existencia de un fármaco para dicho factor de riesgo. Adicionalmente, en la última década numerosos estudios como el DECODE han evidenciado que el riesgo CV aumenta considerablemente en función del estatus de glucemia en ayuno y de tolerancia a la glucosa.
En resumen, las escalas existentes varían ampliamente en el tipo de población estudiada, en el riesgo basal de cada población estudiada, en los factores predictores y resultados (outcomes) considerados (por ejemplo Framingham se focaliza en cardiopatía isquémica y el SCORE en la mortalidad CV más que en el riesgo global cardiovascular).
Por consiguiente y a pesar de las numerosas herramientas disponibles consideramos que estas presentan aún limitaciones substanciales, se necesita una escala adaptada a las condiciones locales y que hay aún lugar para una nueva escala que mejore estas limitaciones comentadas: que estime no solo riesgo coronario sino también el riesgo cardiovascular total, que tome en cuenta el efecto del tratamiento en la población de estudio, que considere el efecto de la disglicemia en la estimación del riesgo, derivada a partir de una población autóctona con bajo riesgo CV como la española e incluyendo individuos mayores de 74 años, representativos de una población envejecida como la española.
En definitiva consideramos que la Ecuación de Riesgo Española ERICE presenta ventajas sobre las anteriores para ser usada en prevención primaria en España pues ha sido desarrollada a partir de distintas cohortes españolas con diferente localización geográfica, en la que aproximadamente la mitad de los participantes estaban en tratamiento farmacológico al inicio del seguimiento con antihipertensivos y/o hipolipemiantes), incluye 3.000 personas (25%) mayores de 70 años, estima el riesgo total cardiovascular fatal y no fatal (enfermedad coronaria e ictus) e incluye la diabetes como factor de riesgo, junto con la edad, el género, el tabaquismo, la presión arterial y el colesterol.
Las principales conclusiones de la Ecuación ERICE son:
- La edad es el factor de riesgo principal para el desarrollo de ECV, particularmente a partir de los 70 años y tanto en hombres como en mujeres.
- La Hipertensión Arterial es el factor de riesgo modificable más potente, seguido de la Diabetes y el tabaco, los tres con similar impacto en los hombres. En las mujeres la diabetes juega el papel fundamental seguido de la hipertensión y el tabaquismo en mucha menor medida.
- La contribución del Colesterol al riesgo CV es relativamente pequeño en la población española, tanto en hombres como en mujeres, cuando se considera todo el rango de edades y no tiene efecto alguno por encima de los 70 años.
- La contribución individual de la Diabetes al riesgo global CV es también importante en la población española.
- La escala ERICE es la primera ecuación de riesgo CV para población española derivada a partir del ensamblaje de varias cohortes contemporáneas nacionales con estimación del riesgo global individual de ECV (enfermedad coronaria e ictus) a 10 años.
- El sistema ERICE resalta la importancia de considerar el tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular y el estatus diabético a la hora de estimar el riesgo global individual.
- Por último, ERICE es una herramienta práctica para los clínicos españoles.
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