Estábamos leyendo en el BMJ el enésimo escándalo protagonizado por un laboratorio (en esta ocasión, GSK) a cuenta del uso de paroxetina en adolescentes y el tristemente famoso estudio 329, cuando a través de las redes sociales saltó la noticia: empagliflozina, fármaco que hasta ahora había pasado sin pena ni gloria y con perfil de me too, se catapultaba al olimpo al ser el primer fármaco que, añadido
al tratamiento estándar de la DM2, era capaz de atajar brillantemente
la morbimortalidad cardiovascular asociada a esta enfermedad. Ni que
decir tiene que los resultados del EMPA-REG OUTCOME, publicado en la sección online first de The New England of Journal Medicine han sido acogidos con gran entusiasmo por muchos: en algunos comentarios de tuiter hemos percibido más emoción que razón. Así que para intentar acotar el alcance de este ensayo clínico, que ha tenido como objetivo evaluar
los efectos de empagliflozina, en comparación con placebo, sobre la
morbimortalidad en pacientes con DM2 de alto riesgo cardiovascular
sometidos al tratamiento habitual, nos hemos puesto el traje de faena y esto es lo que hemos sacado en claro…
http://elrincondesisifo.es/2015/09/21/nejm-impacto-de-empagliflozina-sobre-la-mortalidad-cardiovascular-en-pacientes-diabeticos-de-alto-riesgo/#more-7338.
Blogueamos la entrada de Carlos F. Oropesa sobre el estudio EMPA-REG como dice: saboreemos los resultados. Pero hagámoslo con la
frialdad y distancia que nos impone un sano escepticismo. Ése que un día
desdeñamos cuando de la paroxetina y sus maravillosos resultados en adolescentes se trataba.
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