Estos días, la prensa se está haciendo eco de un estudio sobre la esperanza de vida. Los resultados del mismo, para los que se han tenido en cuenta 306 enfermedades, colocan a España (año 2013) en el puesto 13 en cuanto a esperanza de vida (con Andorra en primer lugar y Japón en segundo).
La esperanza de vida en España ha
aumentado desde los 77 años en 1990 hasta los 81,7 en 2013, mientras que
la esperanza de vida saludable, con ausencia de enfermedad, lo ha hecho
desde los 66,4 a los 70,1 años. Parece ser que esta esperanza de vida saludable no ha experimentado un aumento tan drástico como el de la esperanza de vida y, como resultado, la población vive más años con enfermedades y discapacidades. Es
decir, en los últimos años de nuestra vida nos convertimos en pacientes
crónicos y, por lo consiguiente, susceptibles a un uso creciente de
medicamentos.
Por ello es necesario investigar la evolución de la polifarmacia para entender mejor como interactúan simultáneamente los múltiples fármacos utilizados
en la vida real y para evaluar el efecto de las intervenciones de
optimización de la farmacoterapia en la calidad de vida y mortalidad de
la población.
Desde Escocia nos llega un estudio que tiene como objetivo examinar los cambios en las tasas de la polifarmacia y las interacciones fármaco-fármaco potencialmente graves en una población geográficamente estable.
Consiste es un análisis transversal de
datos de prescripción en una comunidad de 310.000 residentes adultos
entre 1995 y 2010. Se calculó el número de medicamentos dispensados en
los últimos 84 días del periodo estudiado y el número de interacciones
fármaco-fármaco potencialmente graves, estandarizado por edad y sexo.
También se estudiaron las características de aquellos pacientes que
recibían ≥10 medicamentos y con presencia de una o más interacciones.
Estos son algunos datos:
– En 1995, 151.191 personas (50.6%) tenían dispensado uno o más medicamentos y 183.726 (58.9%) en 2010.
– La proporción de adultos a los que se les prescribió ≥5 medicamentos casi se duplicó, pasando de 9.7% a 16.3%
– La proporción de adultos a los que se les prescribió ≥10 medicamentos se triplicó, pasando de 1.5% a 4.7%.
– La proporción de adultos mayores de 65 años a los que se les prescribió ≥10 medicamentos pasó de 4.9% a 17.2%.
– El consumo de medicamentos en ambos
periodos está fuertemente asociado con la edad, incrementando de forma
constante el número de medicamentos dispensados según aumenta la edad.
– En cuanto a los subgrupos
terapéuticos, los mayores aumentos de consumo entre 1995 a 2010 se
observaron en medicamentos para el sistema cardiovascular (de 16.8% a
27.3%), nervioso (de 18,6% a 26,3%), gastrointestinal (de 12,6% a 18,1%)
y endocrino (8,8% a 14,3%). Se redujo ligeramente la prescripción en
los grupos de antiinfecciosos y sistema musculoesquelético.
– La proporción de interacciones
farmacológicas potencialmente graves se han duplicado, pasando de un
5.8% a un 13.1% de los adultos que en el año 2010 han sufrido una
interacción grave. Las personas mayores son más propensas a padecerlas,
concretamente un 34,1% de la población mayor de 65 años en 2010.
Las conclusiones son las esperadas y las que todos sabemos, pero se han cuantificado:
los regímenes de medicamentos son cada vez más complejos y
potencialmente dañinos, por lo que las personas con polifarmacia
necesitan una revisión periódica y una optimización de su prescripción.
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