Ramiro tiene 65 años y una enfermedad degenerativa que va
minando poco a poco sus capacidades, de esas que dan miedo de la incapacidad
que comportan. Trabajó toda su vida, en una amplia variedad de oficios, de
barrendero a empleado en artes gráficas. Fue representante sindical, pero de
los que creen que no en todas las ocasiones el trabajador merece ser defendido:
ante el despido de un compañero de trabajo que fue descubierto robando el
gasoil del camión de la empresa para su uso personal, Ramiro se puso de lado de la empresa: “bastante suerte
tienes con que no te lleven preso, y no figure en tu expediente”. Ramiro se
perfuma cada día como si fuera ser recibido por el embajador del Japón, y siempre
tiene una palabra de aliento para los pacientes con los que se cruza por la planta. Pero las cosas
de la vida le han llevado a no tener casa, ningún amigo que venga a visitarlo,
nadie esperándole cuando le den de alta.
Ramiro escapó de la residencia en que estaba porque aquello
era un infierno: según él, en apenas un mes murieron 20 personas y la comida
era una bazofia. Además se quedaban con el contenido íntegro de su pensión, sin
dejarle nada para el más mínimo capricho. Dijo que iba a la plaza Castilla a
realizar unos trámites de su jubilación y no regresó, y en el fondo teme que la
Guardia Civil vaya por él.
Ramiro está a la espera de obtener una plaza en alguna de
las residencias de la Comunidad de Madrid, algo bastante difícil porque cada
vez hay menos plazas y más demanda. Dentro del hospital no se encuentra mal del
todo, cómodo en su papel de veterano de la planta en que lleva ya unos cuantos
días ingresado. La trabajadora social llega cada día para ver como van sus
trámites, si hay noticias de la comunidad; le pregunta sobre donde podría
acomodarse si no llega la plaza de la Comunidad. Ramiro responde que se iría a
una pensión: conoce un piso por Cuatro Caminos que alquila habitaciones y le
dejaría algo de dinero para sus gastos.
El alta se retrasa, pero Ramiro no se siente disconforme. Absurdamente
me viene a la cabeza el indicador de estancia media del hospital, y cómo estará
siendo afectado por el retraso en el alta de Ramiro. Tal vez a final de año la
evaluación del servicio sea negativa, por no seguir el lema dominante en los
centros sanitarios de todo el mundo, que también sintetizó Shem en la Casa deDios: “Acicalar y largar”.
Uno de los trabajos más conocidos e influyentes sobre
investigación de servicios fue la comparación de entre el Servicio Nacional deSalud británico ( el NHS) y la aseguradora de moda desde entonces, KaiserPermanente, tomada como patrón oro desde entonces de lo que debe ser una
organización sanitaria. Aunque muchas de las cartas recibidas por el BMJ (
revista donde se publicaron los artículos) alertaban de la imposibilidad de comparar
peras con manzanas, uno de los autores de aquella serie de artículos ( el actual Director del Kings
Fund Chris Ham) insistía en que lo importante era no tanto comparar sino
aprender de las cosas que Kaiser estaba haciendo bien. Y según Ham y compañía el NHS podría ahorrar hasta un 17% de su
presupuesto de comportarse como Kaiser, es decir si hiciera un uso más eficiente
de la cama hospitalaria: mientras que la estancia media en el NHS era de 5.08 días,
en Kaiser era solamente de 3,9 días. Acicala y larga y saldrán bien tus
cuentas.
Los sistemas sanitarios se parecen cada vez más a Matrix: al
igual que a Neo se nos ofrece tomar la píldora azul o la píldora roja: en el
mundo virtual de los que tomaron la pastilla azul viven una multitud de operarios
entretenidos en rellenar interminables hojas de Excel de mil filas y 300
columnas, Controlan cada mes la evolución de los parámetros de los contratos
programa como si fueran las cotizaciones del IBEX 35, en que hoy aparece en rojo Bankinter ( los datos
de la Cirugía Mayor Ambulatoria) y mañana Repsol ( la estancia media).
Si por el contrario elegiste el mundo real de la píldora roja compruebas que
detrás de la estancia media se encuentra el “dato” que alimenta el Excel. Es Ramiro
y su situación personal única, a veces insignificante a veces estremecedora, pero que en el parquet de las cotizaciones del contrato
programa no importa, salvo cuando rellena la encuesta de satisfacción de la
fila 184 del Excel.
Nadie duda de que el sistema sanitario debe ser bien
gestionado. Pero hay veces que perdemos la referencia de a que se dedica.
(Fotograma: Neo eligiendo entre las píldoras que le ofrece Morpheo)
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