Interesante reflexión sobre la adherencia a medicamentos.
Promover la adherencia a las recomendaciones médicas sigue siendo uno de los desafíos más antiguos y persistentes de la práctica clínica moderna. Aunque cada vez más comprensivos con las fuerzas estructurales que afectan el comportamiento de salud, los modelos estándar con frecuencia conceptualizan la falta de adherencia como un fenómeno del comportamiento del paciente, una cualidad evidente que pertenece a los pacientes y que es responsable de una miríada de resultados no deseados. Sostenemos, sin embargo, que este enfoque no solo no considera el papel del clínico en los orígenes del concepto en los encuentros clínicos, sino que también ha facilitado el uso de términos de adherencia (p. ej., no adherente, no cumplidor, resistente al tratamiento) como etiquetas sociales peyorativas en detrimento de la relación médico-paciente. Si se utiliza sin cuidado, esta terminología puede alterar el significado asignado a los comportamientos de los pacientes, de modo que las barreras estructurales a la atención, como la pobreza y el racismo sistémico, se reformulan como problemas de mala actitud o esfuerzo. Este artículo explora las funciones de los términos de adherencia como etiquetas sociales revisando su lógica subyacente en entornos clínicos y esbozando las trampas en la patologización de la no adherencia en la investigación y la práctica. Proponemos el concepto de etiquetado de adherencia (la evaluación, clasificación y difusión de las percepciones de los médicos sobre la adherencia de los pacientes a través de etiquetas sociales) como un modelo alternativo para comprender cómo los términos de adherencia pueden obstruir inadvertidamente la atención de los pacientes marginados.

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